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viernes, 3 de noviembre de 2017

Arista NO Petit Astazú - Súperclásica pirenaica

14 Octubre 2017
Petit Astazú (3.012 m), Arista NO (700 m, IV+)
Nando del Pozo


Hay líneas que te llaman como imanes desde el valle. Se recortan atrayentes entre el sol y sombra de la tarde, invitando a ser escaladas. Como muchas veces me sucede, no importa tanto el grado o la fama de una vía, como la belleza intrínseca que puede tener. Esto a mí ya me viene de lejos y para muestra esta línea, que ya fue escalada allá por 1892. Más clásico es difícil de encontrar.

La había visto por primera vez en una foto de Fer, que venía de patear con clientes por la zona. Y también en otra de Bene. Me quedé con la copla. Después de leer posts de diferentes blogs y de gente variada que hablaban bien de ella, finalmente este fin de semana la pudimos hacer.
Los Astazus cierran el frente de cumbres de Gavarnie por su izquierda, Este. Son dos cumbres casi gemelas divididas por un corredor clásico de invierno, el Swan. La cima de la derecha, la del Petit, presenta una arista muy atractiva que cae por bastantes metros.
A medio verano ya habíamos intentado venir, pero las lluvias nos cambiaron el destino y la actividad. Esta vez el anticiclón parecía garantizado, y si bien los días ya son más fríos y mucho más cortos, nos vinimos con todas las ganas.
De camino en coche las temperaturas son altísimas para la época del año: alrededor de los treinta grados tanto en España como en Francia. No es hasta que pasamos Lourdes que la cosa empieza a bajar de los veinticinco.
Aparcamos en Gavarnie hacia las tres de la tarde. Rematamos las mochilas mientras comemos algo.
Llevamos una sola cuerda de 9 mm, ocho cintas, seis Friends y un juego de fisureros. Hacia las cuatro ya estamos caminando dirección al Circo, con nuestras mochilas ligeras, aunque no tanto como nos gustaría…


Vemos nuestro objetivo claramente, aparentemente lejos y alto. Salimos de la pista ancha que sube hacia el Circo cogiendo un sendero que se interna en un bosque. Primero es de hayas y algún abedul, para pasar luego a pinos. Los colores distraen de la cuesta. En una fuente casi a la salida de los árboles cargamos agua siguiendo la advertencia de una chica que nos avisó de que en el refugio no hay. Con un kilo y medio más seguimos ahora praderas arriba. Pasamos la cabaña Pailla unos cincuenta minutos después de dejar la pista del circo y comenzamos a remontar por camperas cada vez más pindias hacia el glaciar agonizante.


Llegando a la nieve vieja del glaciar pasamos algunos buenos puntos de vivac, pero preferimos continuar y aprovechar la luz que queda. El desagüe del glaciar es un buen manantial y podríamos habernos ahorrado 3 kilos de porteo cada uno.


A las siete y media estamos instalados en nuestra inmejorable atalaya: vistas hacia el Pimené, Gavarnie, Vignemale, Taillón… Por encima de nosotros la pared norte de los Astazus con el Swan cortando su mitad. La luz dorada del atardecer en esta atmósfera limpia destaca los perfiles en un espectáculo hipnotizante.


La noche llega rápida, y con ella miles de estrellas. La temperatura ha bajado hasta los dos grados, y después de cenar y charlar un rato, nos enroscamos en los sacos para dormir.
Es toda una sensación la de estar tapado hasta la nariz al calor de la pluma, notando el aire frío de la noche, y observar el chorro blanco de la Vía Láctea.
Amanecemos sin prisa, desayunamos y para las nueve ya estamos comenzando a trepar. No hace excesivo frío, pero yo llevo puesta la chupa sobre la camiseta.


La escalada es entretenida en todos sus largos. El croquis de Luichy se hace valer, como siempre.
No nos alcanza el sol en ningún momento: yo me pongo la capucha en las reuniones. A ratos, a medio largo, me paro a calentar las manos.


Vamos admirando la audacia de los primeros ascensionistas, hace nada menos que 125 años. Las vistas son inmejorables tanto hacia el valle como hacia las cumbres vecinas.


La roca es variada: en general muy buena, aunque siendo cara norte exige atención. El recorrido, siendo bastante evidente, obliga a interpretar en algunos puntos. Hay pasos que realmente obligan a escalar.



El pensamiento me vuelve entonces a esos primeros ascensionistas, a saber con qué calzado y equipo, que se subieron por aquí sin saber qué les deparaba el siguiente tramo… Ambos venimos disfrutando mucho.




Con los largos la mochila se va haciendo notar: llevamos a la espalda el saco, esterilla, botas, comida y agua (más de la necesaria seguramente).



Salimos por fin a la cumbre (y al sol) hacia las tres de la tarde: unas seis horas desde el comienzo. Trece largos y unos setecientos metros. Desde aquí las vistas se amplían hacia el sur con el Cilindro, el Perdido, Pineta, Neouville… debajo, el lago de Marboré con ese azul extraño de los lagos de montaña rodeados de roca. Barajamos la opción de subir al Gran Astazú, pero la escala de los Pirineos se hace presente: la desechamos pensando en la gran vuelta que aún tenemos por delante y las horas de luz disponibles.


Después de unas fotos nos tiramos hacia el Col de Astazú. Desde aquí sale una bajada más directa hacia el norte, que seguramente nos ahorraría varias horas, por las llamadas Rocher Blanches. Nosotros vamos a ir por Tucarroya y la Horquette D´Alans para volver girando a Espuguettes.





Enfocamos por tanto hacia el lago de Marboré. El camino hasta el lago recorre un paisaje de montaña espectacular, con las vistas hacia el Cilindro, el Perdido y su glaciar colgado, el balcón de Pineta…  Rodear el lago en el caos de bloques es a la vez, por contradictorio que parezca, tedioso y entretenido.

El refugio de Tucarroya está colgado en un collado estrecho entre paredes y aristas: parece un sitio muy extraño para poner un refugio. Al llegar nos encontramos allí con bastante gente que va a pasar la noche. Nos abrigamos de nuevo y salimos hacia abajo para el otro lado en sombra: es este un tramo bastante desagradable de caminar, primero porque la letrina del refugio es el mismo camino, más tarde porque hay cuesta y está muy suelto. Al terminar esa zona paramos a comer un poco y descansar. Nos queda una hora de luz. Tenemos por delante otro tramo de canchal que desemboca en grandes praderías con vistas hacia el valle de Estaube, por las que subiremos cómodamente en zetas hasta la Horquette D´Alans.


La luz declina cuando llegamos al collado. Luces naranjas contra perfiles alpinos.  Un espectáculo.
El tramo final hasta el refugio ya lo llevo peor, arrastrando bastante la pierna, como diría un colega, estilo “walking dead”. Llegamos a las ocho de la tarde, casi teniendo que sacar la frontal. Hay bastante gente por la zona, pero el soportal del refugio está entero para nosotros.


Noche más cálida que la anterior. Nos levantamos con calma, desayunamos algo y salimos para abajo. El paseo hasta el pueblo se nos hace corto, así que todavía nos acercamos un poco hacia el Circo, para coger perspectiva. Espectacular.


De regreso en el pueblo nos tomamos una temprana cerveza (son las once de la mañana), muy merecida a nuestros ojos. Compramos un poco de queso y embutido locales y arrancamos de vuelta para casa.

Gran fin de semana. De los de recordar. Actividad totalmente recomendable. Pirineos nunca defrauda.
Ahora a planear la siguiente.

6 comentarios:

  1. Que buena! Esa la tengo en la carpeta de pendientes aun... Gracias por la piada!

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    1. Te va a encantar, seguro, con el croquis de Luichy vas de lujo!
      Saludos

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  2. La verdad es que fue una actividad para enmarcar...!!
    Eso si en el tema de la calidad de la roca, las capas de margas grises sobre todo en los últimos largos,...yo no las llamaría roca buena...

    Pero bueno, yo me lo pase genial compartiendo largos y pateada con "...un tío tranquilo..."

    Nos vemos.
    Nando

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    1. Jajajaja, la verdad que viendo las fotos de la parte alta... Parece la Nordwand! Yo lo pasé especialmente bien.
      Gracias por apuntarte!

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  3. Diego, muy chulo este post. En esa zona hay dos puertos a los que les tengo muchas ganas, Troumouse y Gavarnie-Boucharo. Después de ver tus fotos aún más si cabe...

    Saludos

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