LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

sábado, 15 de abril de 2017

Sensación de Primera

16 Febrero 2017
Fernando Calvo, Martín Moriyón
Torre del Friero (2.445 m), ascensión Canal Ancha (unos 600 m) + Cara NW, 350 m, 85º/M5/IV


En mitad de la inconsistencia más absoluta miro hacia abajo a los colegas, que desde la reunión me observan entre divertidos y apenados. Llevo peleando como veinte minutos, pero a mí me están pareciendo dos horas. Me ha costado dios y ayuda llegar hasta debajo del primer bloque a la vista (apenas quince metros desde la reunión), y después de un buen rato limpiando su superficie no he sido capaz de colocar un seguro. Está bien. Tendré que seguir a por el siguiente. Vuelvo a repetir la secuencia que parece que mejor funciona (o mejor dicho, la que funciona menos mal): espeto los dos piolets hasta donde se parece que se paran, con las manos desaparecidas en el blanco, a veces me llega la nieve al codo, muevo una primera pierna hacia arriba y a un lado, me intento subir en ella descargando todo el peso que puedo en los brazos, cuando el pie deja de hundirse rápidamente muevo el otro, repartiendo entonces mi peso entre los dos brazos y el pie en una especie de salto. Todo esto a veces para avanzar apenas veinte centímetros. Bueno, me quedan como diez metros más hasta los siguientes bloques que surgen del blanco. Espero poder meter algo allí… Y que la cosa mejore! Resoplo fuerte, pienso y repito.


Como dice el gran Barry Blanchard “It don't gotta be fun to be fun” (no tiene por qué ser divertido para ser divertido)…



Habíamos hablado de ello hace ya varias temporadas. Por unas cosas o por otras la cosa no surgió antes, pero ese jueves finalmente pudimos ir para allá a probar suerte, y realmente la encontramos.
El trazado era realmente evidente (desde abajo al menos), pero el caso es que a pesar de haber investigado, ni Martín ni Fer habían encontrado referencias de nadie subiéndose por allí. Esto del alpinismo está inventado hace mucho tiempo ya, y en una época no tan lejana no todo el mundo reseñaba las escaladas (dónde?) y algunos no dejan ningún rastro de su paso (los buenos no dejan rastro). El caso es que fuimos para allá pensando que no se había subido nadie por allí.

Madrugón inhumano: a las tres y media de la mañana me recoge Martín debajo de casa. Yo nunca me he levantado tan temprano en mi casa para ir al monte. Este horario es como de Alpes, pero lo cierto es que tenemos algo más de dos horas de coche, más una hora y media de aproximación, y luego prevemos un día largo…

En Llovio nos juntamos con Fernando y salimos hacia Arriondas, luego Cangas, Sajambre, el Pontón, y por último Valdeón y Cordiñanes, a donde llegamos a eso de las seis de la mañana. Reparto de trastos a la luz de la frontal, salimos cuesta arriba con el ánimo alto y la incertidumbre de cuando vas hacia lo desconocido. Asotín se hace notar, remontamos sus seiscientos metros comentando la poca nieve que hay, lo alta que está la cota para estar en Febrero. Es verdad también que el año pasado fue en esta semana en la que cayó la primera gran nevada del invierno, y hace dos años parecido. Se ve que la cosa está cambiando, no hay duda.
Nos amanece en la entrada de la canal Ancha: paramos a ponemos las botas, el arnés y los crampones. Venimos ligeros, pero la espalda agradece sacar cosas de la mochila. Comemos algo y arrancamos a por la gemelada de la canal: la nieve está cambiante, por zonas está dura y apenas marcamos huella, en otras nos hundimos considerablemente. Vamos remontando poco a poco, con cuidado en el paso de la rimaya y en algún resalte más. Al cabo de un rato nos vemos abriendo huella en nieve nueva, profunda, sin transformar: el esfuerzo aumenta, claro. Vamos mirando a nuestra izquierda, intentando identificar las torres y espolones que marcan por donde queremos ir.

Fernando había hecho una incursión por este terreno hace unas temporadas, con dos clientes: la prudencia le hizo darse la vuelta después de remontar varios largos hasta mangarse en un collado con el espolón norte. Sus referencias nos guían en los primeros metros de couloir en los que ya nos separamos de la Canal Ancha: vamos por terreno sencillo pero del que no permite errores, aún desencordados, con algún resalte quizá a 60º, pero con un tobogán por detrás de muchos metros. 


Continuamos hacia arriba aprovechando un sistema de corredores, serpenteantes, que nos van llevando hacia donde queremos. Por encima de nosotros se alzan varias torres, destacando impresionante la Aguja Bífida: el ambiente es una pasada: nieve nueva posada sobre la roca, y nosotros sorteando el paso entre espolones en busca de un camino que no sabemos si existe, y cómo de difícil puede ser. 


Finalmente nos estrellamos contra un resalte que frena nuestro avance desencordados. Los chavales por fin sacan los trastos y montan una reunión metiendo un clavo y un par de Friends. 


Fernando se ata los cabos calientes y arranca por unos mixtos tiesos que le hacen esforzarse. Va colocando laboriosos seguros: la roca no ofrece tanto como nos gustaría. De repente, al remontarse contra un muro, se da de frente contra un clavo muy viejo, metido en posición invertida y casi entero a la vista en una fisura horizontal: nuestra ilusión de ser los primeros por aquí se lleva un chasco. Bueno, pensamos, normal, esto es muy evidente para estar virgen. En todo caso siempre puede ser de una retirada… (queremos mantener la ilusión).
Fer sigue lidiando con nieve delicada, hielo fino, roca compacta… A los cuarenta y pico metros nos avisa de que ha montado reunión. Nosotros no le vemos.


Salgo yo delante, que soy más torpe: aprieto de lo lindo para pasar en libre. No creo que hubiera hecho esto de primero. Hay un par de puntos realmente delicados y difíciles de proteger: knife-blade incluido. Fer se ha currado un largo muy guapo. De nuevo, la roca no da para mucho y la reunión ha requerido creatividad: clavo, taco lazado y Friends reguleros…
El terreno por encima parece más difícil: tenemos una franja de roca de buen ángulo con nieve posada por todas partes ocultando los relieves. A la derecha en teoría continúa una canal, pero no parece nada fácil cruzar a ella. Martín toma el relevo: agarra los trastos y sale a ver qué pasa. Prueba de frente, justo encima de nosotros; se mueve con delicadeza para lo precario de los apoyos y los gancheos. Yo miro flipao cómo coloca los piolets en posiciones extrañas, cómo hace cambios de mano para intentar ganchear alto, cómo rasca recovecos donde colocar alguna pieza de seguro: lo que consigue poner queda cutre.
Se vuelve a la reunión para salir a mirar por la derecha: la tónica se mantiene. Pies delicados sobre nieve inconsistente, gancheos de piolets en roca ciega, seguros precarios. Muy lentamente avanza en horizontal. Se le ve moverse con dificultad, coloca una cinta lazando un bloque pequeño y hace una travesía, muy despacio, por roca ciega para los piolets y apoyos precarios para los crampones. Después de un buen rato consigue entrar en la canal derecha y remontar mejor.


Nosotros nos estamos quedando tiesos en la reunión: nos hemos abrigado y no paramos de mover los pies, pero aún así... Dejamos de verlo, va superando con trabajo varios resaltes duros, mixtos. Saneando suelta bloques de roca tamaño microondas, y la nieve también baja abundante. 


Al cabo de un buen rato nos da la voz de Reunión, y nos ponemos en movimiento al fin. De nuevo, como eslabón débil, salgo yo antes que Fer. Con pasos de equilibrio muy finos, y alguna trampa que dan las tablas de montaña acumuladas, libro la primera secuencia y me meto en la canal. 


Por encima veo resaltes muy tiesos, con bloques empotrados donde Martín ha saneado para meter seguros, varios y buenos, como debe ser. Nueva pelea y acero en el resalte. Coladas de nieve polvo nos tapizan. Esfuerzo, frío, equilibrio. Salgo a la siguiente canal recuperando el resuello. Solo que da un paso más, también tieso, este consigo salir en libre. Fer viene detrás de mí flipando y disfrutando a tope también.



Felicitamos al gallo: menudo largo perro, y lo bien que se lo ha hecho y asegurado. No era nada fácil ni por grado ni por condiciones. Sin duda, yo no habría pasado por ahí de primero, y mucho menos en libre como ha hecho Martín.

Me toca turno delante. Afortunadamente (creo inicialmente) es una tirada más tranqui. Vemos una pala más tumbada que cierra a unos treinta metros contra bloques tapizados, y donde tengo que derivar a la izquierda para mantener nuestra línea (y para evitar otras torres y paredes que tenemos encima y ciegan el progreso).
Salgo a por ello con ímpetu, pero a los pocos metros me encuentro bufando a tope, abriendo una zanja “como pa meter el gas”, en unos 50º con nieve polvo inconsistente hasta la cintura y que no me deja progresar si no es cargando todo el peso que puedo en los brazos hundidos hasta los codos y zigzaguenando continuamente. Con mucho esfuerzo alcanzo los primeros bloques donde me peleo infructuosamente por meter un seguro. Si este tramo hubiera estado helado, simplemente no merecería mención... 


Sigo por nieve similar pero con más ángulo, metiéndome a la izquierda en un corredor contra la tapia que hace con el espolón norte. Meto algún cintajo a un bloque, algún friend, y sigo bregando. Cuando cojo perspectiva del corredor, veo que unos diez metros más arriba la cosa ciega contra paredes de roca tiesas y grandes: mierda, no hay salida, esto pinta mal… Se lo voceo a los amigos. Como no hay mucha opción, decido seguir para asegurarme del todo o montar una reunión, ya que nada de lo instalado me da confianza para rapelar... En esas estoy cuando al avanzar unos metros más de incertidumbre, veo para mi sorpresa un paso de salida por una muy estrecha chimenea, tiesa, que como único paso esquivando desplomes y compactas placas, parece salir arriba. Sin verlo claro aún, me acerco remontando a ratos sobre nieve helada, otros apoyando contra la roca. En la base de la chimenea he terminado los sesenta metros de cuerda y no veo ni oigo a los compañeros. Durante un buen rato busco manera de montar reunión (no me veo subiéndome yo por la chimenea…).
Consigo sanear a la derecha una pequeña fisura taponada de hielo en la que maceo un peacker hasta que no entra más, pero después de pelear un rato por meter algo más, y ver que no tengo forma, miro de nuevo a la estrecha chimenea (con otros ojos ahora) y decido probar: lanzo los piolets al hielo del fondo, me encajo (quedo empotrado de lo muy estrecha que es) y remonto pies. Lanzo de nuevo los piolets, limpiando nieve y gancheando en la roca de la izquierda. La pared de la derecha es totalmente lisa, y está cubierta de una finísima capa de verglás. Repito la secuencia bufando unas tres veces más, parando entre cada una para recuperar resuello (el corazón en la boca) y pensar bien lo que estoy haciendo: el peaker se ha quedado ya un rato por debajo de los pies... Por fin pincho en la salida, agarra bien, y veo que tenemos la salida delante! Se me escapa un grito de júbilo.
Para llegar a los bloques donde quiero montar la reunión aún me quedan unos veinte metros de pala: mis compañeros ya vienen ensamblados hace rato. Monto la reunión y aseguro a los máquinas, que
vienen rápidos a pesar de la zanja. Fer sale delante encantao con la chimenea, detrás viene Martín. Nos juntamos muy contentos de ver que estamos lográndolo, no las teníamos todas con nosotros.



Fernando sale a por el último largo, más fácil. Cuando la cuerda se acaba, él está en la arista al sol, por primera vez en el día. Son las cinco y media. Llevamos diez horas desde que la rimaya de la Ancha. No hemos dejado nada detrás más allá de nuestras huellas en la nieve y el hielo.


Felices, recorremos los escasos metros que nos separan del buzón de cumbre. Una vez allí, comemos y bebemos, nos reímos. Mandamos mensajes a nuestras respectivas avisando de que vamos a llegar tarde hoy. Estamos encantados con la actividad. No hemos encontrado ninguna huella de paso después del viejo clavo del primer largo. Nos ilusionamos con que hayamos hecho una primera ascensión por esta fantástica vertiente de esta montaña tan bonita y significada. Se verá.


A mi sugerencia, el descenso decidimos hacerlo hacia Valdeón, para aprovechar el sol y la luz. Esta decisión nos hará tardar seguramente al menos una hora más que por el noreste, pero personalmente voy más tranquilo viendo las luces de los pueblos. En la bajada una llamada telefónica nos informa de que dos chavales, en principio asturianos, han muerto escalando en hielo en los Alpes… Inquietos seguimos para abajo.
Llegado a Posada salimos a la carretera que nos lleva hacia Cordiñanes. Afortunadamente hemos llevado las zapatillas y quitar las botas ayuda, pero en el último tramo Fer y yo dejamos las mochilas (joer lo que pesan) y seguimos sin ellas. A las diez de la noche, dieciséis horas después de salir, llegamos al coche. Yo totalmente fundido pero realmente feliz. El trayecto de coche de charla animada como siempre, rememorando todo lo vivido hoy, que ha sido tanto.


A los pocos días, y después de indagar si por allí existía alguna ascensión previa, y ante la falta de respuesta y de material en la pared, hacemos un croquis y compartimos algunas fotos en las redes sociales. La gente contacta con Marto y Fer para tirar pa allá a repetirla, y es que menudas fotos guapas y menuda línea.
El lunes, mi amigo Javi Sáenz me contacta para decirme que por allí ya se había subido hace bastantes años, todo en hielo. La verdad que nos parecía raro que estuviera virgen, pero a veces pasan estas cosas. Una pena.
Finalmente no fue una primera ascensión, pero desde luego, para mí ha sido un gran día de aventura, de exploración, de alpinismo y de montaña, vivido con intensidad con buenos amigos. Será de los de recordar.

Menudo día memorable me he pasado en las montañas con estos dos fieras. De los de recordar.
Ahora a pensar la siguiente.



Cordiñanes 06:00 h
Pie Canal Ancha 07:30 h
Inicio Canal NW 10:00 h
Cumbre 17:30 h
Santa Marina Valdeón 20:30 h
Cordiñanes 22:00 h