LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

viernes, 31 de enero de 2014

Dejá vu invernal

Viernes 24 Enero 2013
Pajares, 2 x Cuitu Negru (1.856 m)

Borrasca tras borrasca.
Repentinas y drásticas subidas y bajadas de la isoterma. Sin ton ni son.
Precipitación permanente sin fases anticiclónicas intercaladas que dejen transformar la nieve y que nos permitan disfrutarla...
Desde navidad para acá la cosa no ha parado apenas y me está recordando al invierno del año pasado.
Esto empieza a ser un dejá vu... un dejá vu CANSINO.

A la una y cuarto apagué el ordenador y salí pitando de la oficina. 
Sobre las dos estaba llegando al puerto Pajares: a esa hora, tal y como anunciaba la previsión de la meteo, la temperatura era alta, unos siete grados, y empezaba a llover... Mmmm ideal para esquiar.


Entre los pocos coches del parking, veo el de Martín que está dando un curso de travesía: ¡pobre gente sus alumnos!
A las dos y media, bajo un cielo cada vez más cerrado arranqué para arriba paralelo a la última silla, que estaba parada. Cuando coroné no había apenas visibilidad, pero sí bastante viento. La humedad empezaba a calar.


Nada más empezar a bajar, casi a palpo, me cruzo con un chaval que sube foqueando.
La estación está abierta pero apenas hay gente. No me extraña.
Llegando abajo me pasa el tío de antes, que se para al pie de la última silla. Llego a su lado, nos saludamos, comentamos lo justo que está de nieve y lo desagradable de la humedad. Él va a darle otro pegue y yo también: esta vez subiré por donde va él, por la carretera de verano, más por el centro de la estación. El tío sale delante mientras yo pongo pieles.
A media subida le alcanzo, pero en cuanto llego, le mete otro tirón y se me escapa. Llegamos arriba con unos cincuenta metros de diferencia. El tío me comenta que es el cuarto pegue que le da a la cuesta, hay que ver cómo está de fuerte la gente.
Llueve bastante.
La bajada no la disfruto apenas. Casi no veo nada y a ratos la lluvia me hace daño en la cara, casi como granizo.

Son las cinco menos diez. Empapado me cambio en el coche. La parte de arriba, con la chupa bien, pero de cintura para abajo como si me hubiera tirado al río, hasta los gallumbos pingando.
Dos subidas, dos bajadas, unos ochocientos metros de desnivel y una mojadura de las buenas.
A las seis de la tarde en casa.
El resto del fin de semana estuvo lloviendo sin descanso.
De lunes a viernes ha enfriado y nevado, así que vuelve a haber una buena carga de nieve fresca.
A ver si el fin de semana da tregua y se puede dar otro paseo.
Es lo que hay.

martes, 28 de enero de 2014

Esquí de montaña en los Picos: la Torre de los Traviesos

14 Febrero 2009
Torre de los Traviesos (2.390 m). Macizo Cornión. Picos de Europa
Juaco, Rosa, Salva, David


Aunque no de forma intensiva, llevo bastantes años esquiando por el monte. Cada temporada son unas pocas salidas que, sumadas, son unas cuantas ascensiones y travesías disfrutadas con los amigos. Este día es sin duda uno de los que mejores recuerdos me trae: fue una excursión alucinante.

Los Traviesos
La cumbre de la Torre de los Traviesos se asoma al Jou Santu, delante de la norte de Peña Santa, en el corazón del Cornión. Habiendo subido varias veces en invierno, nunca antes me la había planteado en esquís, pero era el objetivo del día. El recorrido propuesto me apetecía mucho, ya que la mayor parte no la conocía: desde el lago Ercina saldríamos por el valle de Aliseda, para dejarlo después hacia la derecha hacia la majada del Tolleyu. Pasaríamos más tarde por debajo de cumbres características como la Verdelluenga o la afilada Robliza para ir acercándonos después hacia la cima por palas y canales abiertas.



El día espectacular, la nieve buena, la compañía inmejorable. Como siempre que me junto con Rosa, éramos un grupo variado y alegre.





Toda la jornada disfrutamos de los paisajes tremendos, de la nieve increíble, de las risas. Las cuestas eran largas, no obstante ganas prácticamente 1.300 metros de desnivel. Íbamos alternando la cabeza de huella más por las paradas a tirar fotos que por otra cosa.  En algún tramo algunos nos quitamos los esquís y nos pusimos los pinchos.





Rosa con Peña Santa de Enol de fondo, como un polo
En la cumbre, sin viento ni frío, una vez reagrupados, comimos tranquilamente un bocado, disfrutando las vistas espectaculares de cumbres afiladas y mar cantábrica, tan especiales y características de los Picos.


La Norte de Peña Santa de Castilla
Las Marías, la Torre de Enmedio, la de la Horcada y la Sta María
El esquí no es mi fuerte. No me siento muy seguro y me daba cierta aprensión salir desde la misma cima sobre las tablas, pero después de ver a Rosa y algún otro disfrutar de los primeros giros y dejar buena huella, me animé a salir antes de quedarme el último. Con el estilo agarrotado que me caracteriza pude bajar hasta el primer reagrupamiento sin mayores problemas. Estaba la nieve fácil de esquiar, hasta yo encadenaba algunos giros...

Salva tras los giros de Rosa
Juaco disfrutando
Rosa y Salva más abajo
Hasta yo me lo pasé bien!


Desde allí seguimos alternando las palas y pequeños tubos con algunas zonas más llanas y de remar. Incluso había alguna pequeña subida, aunque siendo corta, no volvimos a poner las pieles más.
Sin prisa, íbamos disfrutando del día: no siempre coge uno esta nieve espectacular en este paisaje alucinante, bajo un cielo azul perfecto.

David surfeando

Ya afrontábamos claramente el último descenso, apenas a cien metros la nieve empezaba a escasear y, como en la mañana, tocaba poner las tablas en la mochila para un corto tramo caminando hasta el coche. La vertiente aquí estaba en sombra desde hacía rato y la nieve era distinta. Después de parar a mirar qué pinta tenía, la gente continuó por delante de mí y yo copié a los demás. De repente la tabla de arriba resbaló y empujó al aire a la tabla de abajo. Y yo entero me lancé a por esa última pala de la peor manera posible…

Oírte gritar a ti mismo como fondo de la escena es de lo más desagradable. Sobre todo cuando el  grito es el reflejo involuntario del pánico en el que estás entrando anticipando el golpe.
No me di ni cuenta de qué fue lo que pasó. De repente estaba echado bocabajo sobre la superficie helada deslizando cada vez más rápido, sin opción a nada. Acelerando cada vez más hacia las rocas del final de la pala.

Fueron unos cincuenta metros. Quizá incluso menos. Al poco de caer pasé por entre dos de mis compañeros, que bajaban dos giros por delante. En medio del descontrolado resbalar, ya a gran velocidad, me sentí chocar con el muslo derecho contra alguna de las piedras que asomaban por encima del hielo, y que me hizo rotar hasta quedar de espaldas a la caída. Gracias a ese giro impacté con la mochila contra el bloque que finalmente me paró. Si llego a dar de morros, hubiera sido todo bastante peor. Pero uno tiene suerte.
A los pocos segundos llegó veloz Juaco, derrapando en la pendiente. Fue el primero del grupo en llegar hasta mí. Me quitó con cuidado las gafas y mirándome a los ojos me empezó a hacer preguntas básicas para ver si regía. Estaba bien, no había sido nada serio.

Tenía un buen golpe en el muslo derecho. También una dolorosa quemadura en el pulgar de la mano izquierda, causada al deslizar sobre el hielo y tras haberle hecho un buen agujero al guante. Los dos esquís habían salido volando y estaban tirados entre las piedras. La talonera de la fijación de uno de ellos rota. La cámara de fotos tenía alguna pieza desmontada, pero funcionaba. A parte de esto, un siete en el pantalón y un susto de los buenos, pero nada más.


Pude llegar al coche porteando mis cosas, renqueante y cojeando sí, pero con dignidad.

Entre las distintas charlas animadas del resto de la gente, mi cabeza volvía una y otra vez a la escena.
Pensaba cómo puede torcerse totalmente un gran día en el último momento. 
Pensaba que yo, en esa misma nieve helada (casi hielo directamente), de haber ido caminando o simplemente con menos gente alrededor, me habría puesto los crampones con toda seguridad. 
Pensaba que no he de dejarme llevar por lo que hagan los demás. En ningún caso, pero menos aún si no dominas la disciplina, como es mi caso con los esquís. 
Pensaba en la importancia de atender a tus sensaciones, las tuyas, sin dejarse llevar por el grupo.
Pensaba que hay que prestar atención a esa leve percepción, ese runrún indirecto, que es como si vieras algo por el rabillo del ojo, u oyeras algo en sueños, que es el aviso de que algo no está bien del todo…esa especie de sexto sentido que te previene, y que yo tuve entonces justo antes de resbalar, aunque no le hice caso.
Pensaba en que, una vez más, había tenido mucha suerte… 

Al llegar a casa, Paula se empeñó en que fuera a urgencias a mirar lo de la pierna. Lo previsto, nada grave, Trombocid durante unos días y listo.

Ni antes ni después de aquel día me he vuelto a caer en la nieve (ni ganas). Ni en esquís ni caminando (obviamente en esquís me he caído muchas veces, pero me refiero a caída descontrolada). Desde siempre estoy totalmente convencido de que, caso  de resbalar en nieve muy dura o helada, las posibilidades de autodetención son casi nulas. Por eso me recuerdo continuamente no despistarme y prestar atención. Como casi siempre, uno sólo escarmienta en carne propia.


Dos semanas después ya estaba de vuelta en los Picos, esta vez para escalar en el corredor clásico del Friero. Gran día también. Ese día, el dedo rezumaba en la quemadura aún no cicatrizada y molestaba con el guante (me ha quedado una cicatriz bastante curiosa), pero fuera de esto, todo bien. 

A pesar del susto, esta es sin duda una de mis mejores jornadas de esquí.

lunes, 13 de enero de 2014

Con nocturnidad y alevosía...

...y sí, lo confieso, con algo de premeditación.

En mi continua búsqueda de tiempo para poder entrenar entre semana algo de fondo y a ser posible en exterior, en estos meses de invierno con tan pocas horas de luz, he llegado al punto ya intentado el año pasado, de poner luces a la bici y salir a hacer cuestas entre semana.


El invierno de 2013 fue inmisericorde con la lluvia y apenas salí un par de días. Espero que este año sea mejor.
Como no podía ser de otra manera, he engañado a uno de mis secuaces habituales, Nando (bueno, este es fácil de engañar), que ya se ha comprado las luces. 
Yo tengo unas CatEye prestadas por un compañero de trabajo, pero a la vista de la diferencia de potencia (la batería de las mías está cascada de años de uso), y del precio relativamente barato de las suyas (fabricadas como casi todo en China), creo que me voy a financiar unas propias. Así además podré devolver las prestadas, que ya me vale...

Luces propias del programa de Iker Jiménez...

Es una sensación rara el salir de casa con la bici a las nueve y pico de la noche. Los mismos caminos y pistas parecen distintas. Lo cierto es que vuelvo muy contento después de rodar un rato, sudar alguna cuesta y reírnos con el tremendo poder del foco para cazar canguros que lleva Nando.

Si el tiempo lo permite (lo de salir de noche y lloviendo ya me parece demasiado proclive al psiquiátrico), este miércoles repetiremos.

miércoles, 1 de enero de 2014

Última del año al Escamellau

Sábado 28 diciembre 2013
Nando del Pozo
Escamellau (2.068 m), Cara Norte, Canal de la derecha (600 m), III, 2

Luces de amanecer, nieve escasa
Las ganas de salir de monte estaban empezando a afectar a mi humor de forma demasiado evidente.

Tras varios ciclos de frente y nevada, seguidos de calentón y surada, unidos a la falta de referencias de nadie haciendo cosas en altura, las condiciones eran más que inciertas. Fue precisamente esa incertidumbre la que hizo que a última hora Pablo se descolgara, raro para él.
Después de preguntar a varios amigos, me decidí por intentar esta norte, que tenía varias ventajas claras.

  • La primera ventaja es que parece ser de las nortes que se mantiene en condiciones incluso a pesar de los cambios de tiempo.
  • La segunda es que tiene una aproximación muy corta: se encuentran pocas nortes de esta dimensión a apenas cuarenta y cinco minutos del coche.
  • La tercera ventaja es que nunca había escalado ni estas canales ni esta cumbre, así que era todo nuevo.
  • La última ventaja que le veía es que es una escalada muy sencilla, así que creía poder hacerla incluso si las condiciones de la nieve no eran buenas.


Como siempre, madrugón. Salimos del coche casi a oscuras, pero a los pocos minutos ya hay suficiente luz como para interpretar bien el mejor camino por entre las piedras. Apenas hay nieve en esta primera parte. La temperatura está baja, aunque no ha helado, rondará los dos o tres como mucho.
Las primeras impresiones nos hacen dudar de si podremos hacer la canal por la poca nieve que se ve en general. Sin embargo, tan pronto nos vamos girando debajo de la norte, vemos que las canales tienen continuidad, sobre todo la de la derecha. Por esta nos decantamos.



La canal arranca muy tendida y la nieve está muy buena, pero Nando prefiere sacar la cuerda. Para mí no es problema: si hemos traído el material es para usarlo. Además, no hay mejor manera de mantenerse fresco en el uso de los cacharrros que utilizándolos:  montar reuniones, buscar opciones para asegurar, clavar, agudizar la vista a las debilidades y oportunidades que ofrece la roca, calcular la talla del friend o del fisurero, o la cuerda que llevas y la que te queda hasta el siguiente relevo. Todo esto es buen entrenamiento.



Es muy fácil y la nieve está casi perfecta. Excepto en algunas zonas donde se ha acumulado algo de nieve polvo fresca, el resto está dura, bien helada. Vamos disfrutándolo. Cuando estamos hacia la mitad vemos aparecer gente por debajo, que desencordados, nos vienen recortando distancia. Al rato los vemos derivar a la canal de la izquierda.


Los seiscientos metros se hacen valer, y aunque hemos ensamblado en varias ocasiones, al ir montando reuniones nos está cundiendo la actividad. Finalmente salimos a la arista para recibir por primera vez en el día los rayos de sol, pero estos vienen acompañados de un fuerte viento que nos zarandea.

En la arista azotados por el viento
Nando destrepando hacia la sima

Teniendo que estar pronto de vuelta por compromisos familiares, decidimos renunciar por hoy a la cercana cumbre, y salimos hacia la collada. Recogiendo el material saludamos a dos paisanos que vienen por la normal, por donde hemos de tirar nosotros ahora: el Vallellón es un tobogán de cientos de metros. Está bien helado y a ratos me hace sentir incómodo: me recuerda lo importante de dar bien cada paso, y la dimensión me hace pensar en las consecuencias de un despiste.


Casi abajo encontramos más gente, estos de raquetas. Les recomendamos no continuar hacia la canal, cada vez más helada y menos apropiada para su equipo. Nos hacen caso y se vuelven para coger el valle de las Moñetas, que pretendían originalmente pero despistaron.

Charla animada hasta el coche, y en el coche hasta casa. Un buen día de montaña.
Seguro que repetiré en estas canales, tan adecuadas para entrenar el fondo. Además, la cumbre la sigo teniendo pendiente...

Gijón 6:00 h
Vegas de Sotres 8:00 h
Pie de la norte 9:00 h
Inicio de la canal 9:30 h
Arista 12:50 h
Collada 13:20 h
Vegas de Sotres 14:30 h
Gijón 16:30 h