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domingo, 15 de diciembre de 2013

En la blanca cochambre y encantados

Jueves 5 de Diciembre 2013
Mampodre, Peña Mediodía (2.180 m), Intento a "La dama blanca", III/4 600 m
Fernando Calvo
Martín Moriyón

No sé si apuntarlo como la última retirada de 2013 (espero que sea la última), o la primera de la temporada invernal que acaba de empezar... De lo que estoy seguro es de que lo pasé fenomenal.


Sin duda, cada día lo hago mejor.
En mi presente espiral acelerada y sin remisión hacia la más grande decadencia de forma hasta la fecha, hay sin embargo otros aspectos que tengo muy pulidos. Casi rozo la perfección. De siempre me he rodeado de compañeros competentes. En una suerte de selección natural, he conseguido amarrarme a gente que andaba de bien a muy bien. El rizo lo empecé a rizar cuando un buen día me amarré a Javi, guía profesional, y repetí unas cuantas veces (estoy deseando repetir de nuevo!). Más tarde, de cuando en cuando, empecé a hacer lo mismo con Martín. Pero es que el pasado jueves, no contento con ese estatus de "clientequenopaga", ¡¡me conseguí amarrar a dos guías a la vez!!

Corte Alpino Cantábrico con mayúscula
Aquí tenía que haber gato encerrado. No parecía razonable que el mismo lunes día 2 me llegasen aviso por separado de dos colegas, Iñaky y Mon, que iban a ir el jueves (día laborable para mí) a probar suerte a la Peña del Mediodía, en el Mampodre. Cuando al día siguiente Martín me dice que piensa ir ese mismo día con Fer al mismo sitio, el mosqueo es total. Esta norte es de esas que se ponen en condiciones raras veces, y vaya, cuando de tres partes te invitan a ir, será que el tema está fetén...
A tope de curro en estos días, lo tenía muy complicado y así se lo dije a los tres. Sin embargo, a fuerza de rucarme con perder las condiciones del año, apuré a tope el miércoles y a última hora conseguí pillarme el día siguiente de vacaciones.

Primeras goulottes desencordados
Cuatro de la mañana en pie. A esa hora aún están desenrollando las carreteras y colocando las farolas. Cuando hay ganas no ves problema. Sentado en el coche esperando por Martín, subo el volumen de la radio para espabilar con el ritmo de Green Day: acaban de poner "When I come around". El ritmo vivo de la canción me acompañará el resto del día (menos mal que esta me gusta, otras veces se te engancha cada vodrio…).


Nos juntamos en Llovio: el sitio se me hace raro para ir al Mampodre. Coincidir con Fer después de años sin vernos, un tío encantador y además conduce hasta Maraña. Charla animada, miradas al termómetro: Pontón -1, Lario -3, Maraña -6...
Nos preparamos a la luz de la frontal y arrancamos sobre la nieve crujiente. Al poco de salir vemos unas frontales en el pueblo. Ahí va otro de los equipos, pero ya no nos cogen.


Martín en el primer largo encordados
Ya durante la aproximación la nieve no auguraba las mejores condiciones. En las laderas por encima de la laguna había que abrir huella, a ratos profunda. Yo, en mi rol de “clientequenopaga”, no abrí huella ni un triste metro. O bien iba el último, o bien entre los dos colegas. Disimulando, atechao. En realidad, no es tanto que me quisiera escaquear, como que con el ritmo que llevaban estos dos máquinas no fui capaz de ponerme delante. Así llegamos hasta debajo de la entrada de la escalada propiamente dicha.

Por debajo veíamos a las otras tres figuras madrugadoras avanzando sin prisa.
Mientras nos preparamos, comimos y bebimos algo. La temperatura está fresca. Al vestirnos para escalar nos damos cuenta que parece que nos hemos puesto de acuerdo: los tres llevamos chupa verde, pantalón negro y las mismas botas (casi de estreno ellos, de puro estreno yo).  


En el zócalo de entrada la nieve se deshacía inconsistente. Martín buscaba delante el mejor recorrido mientras nos íbamos encajonando en los corredores, hasta que todo parecía recomendar sacar las cuerdas y montar algo. El tema llevó su tiempo porque la roca no ofrecía demasiado. Una vez amarrados, siguió trepando, buscando gancheos, pinchando donde se dejaba, saneando bastante, hasta estirar las cuerdas casi enteras. Los segundos íbamos hablando sin parar, comentando mil cosas, y sobre todo pasándolo muy bien a pesar de las condiciones claramente “mejorables”.

Levitando en la inconsistencia
La segunda tirada era por un terreno sin apenas referencias, sin roca aflorando, pero fácil en apariencia, casi tumbado. Motivado por ese ambiente de alpinismo y por mis compañeros, saliéndome de mi papel de “clientequenopaga”, propuse tirar yo: MEEEECCCCC!!! ERROR. A los pocos minutos estaba semienterrado en una cochambrosa masa inconsistente, más tiesa de lo que me hubiera gustado, y sin opción a colocar seguros… Pinchando tapines, golpeando roca por error, escarbando en busca de algo firme. A ratos me veía escalando sobre una “nieve con cámara de aire”, esto es, una capa fina que se rompía nada más tocarla, que dejaba debajo un hueco enorme por el que veía una mezcla de roca rota, hierbajos y tierra. En uno de esos huecos, cuando ya estaba a unos cuarenta metros de los chavales, conseguí construir un dudoso emplazamiento para un friend a base de sacar piedras, musgo y tierra de entre dos bloques. Mejor eso que nada. Al menos para la cabeza. Por delante más de lo mismo: pinchar en tapines de hierba semi-helada y abrir zanja en nieve a 60º. Seguí subiendo, cada vez con mayor incertidumbre, hasta que de repente, en una roca descubierta unos cinco metros a mi derecha descubrí un spit con un mosquetón. ¡Menos mal! Fer y Martín se partían de risa mientras recorrían el largo viendo el surco que abrí. Cabrones.


La reunión del rápel/destrepe

La continuación ahora era un flanqueo descendente a derechas, más aéreo de lo deseable en esta nieve sin transformar. Fer salió hacia allá sin pasar por la R, estiró otros buenos cincuenta metros y se encontró de nuevo con el montaje de la reunión asomando por entre la nieve: Otra vez, ¡qué chorra! Marto y yo rapelamos hasta él. La pared coge aquí patio: por debajo está tieso, pero parece que de esta reunión podríamos bajarnos sin problemas, así que seguimos para arriba. La vía está cogiendo un ambiente muy guapo.


Fer saliendo de la secuencia tiesa

Por encima se ve un largo muy estético, bastante tieso a ratos. Sigue delante Fernando, reclamando que el largo anterior más o menos lo hizo con la cuerda por arriba. Después de unos cuarenta metros sobre nieve chunguilla el tema se pone fino: 80º y con pocas opciones de asegurar. El croquis marca dos spits. Con elegancia, más aún dadas las condiciones, Fer resuelve la sección y apura los 60 metros de cuerda hasta un nuevo relevo sobre dos clavos. La escalada es muy disfrutona, lástima que no esté helada. Aún así lo estamos pasando muy bien: vamos pinchando tapines, gancheando en roca, apoyándonos y tirando con cariño de la nieve. De segundo voy sin problema, otra cosa sería haber tirado esto delante…

Los pasos duros del largo de Fer: poca nieve y sin transformar
Hace rato que no vemos a los tres tíos que aproximaban antes. No sabemos dónde se han metido. Más tarde sabremos que eran Mon, Gelu y Luque, y que por entonces, ante la perspectiva, sabiamente ya se habían dado la vuelta. El frio se mantiene, seguro que estamos bajo cero: las manos me van pasando por ciclos de enfriamiento-calentamiento, aunque no muy agudos. Las botas van de lujo. 

Martín en los pasos de M-algo de su última tirada
Nuevamente en la reunión, cambio de cuerdas: Martín se cuelga los trastos y sale a por el sexto largo, que arranca con un resalte muy tieso nada más empezar. A la izquierda hay unos clavos que nos quedan muy altos, señal de que esto coge mucho más espesor y quizá se suavizarán algunos resaltes. Con unos pasos de mixto muy finos (de esos que yo no sé graduar), crampón monopunta en roca podre, piolets asentados con tiento, presas de mano, el tío se remonta sin pestañear hasta una nueva zona más tumbada. Sigue estirando cuerda, pero al rato se topa con una sección que no ve clara (ya será chunga la cosa…): tiene por encima un nuevo resalte a 80º o más, son unos cuantos metros a base de esta nieve posada sobre roca ciega… Está un buen rato pensando y buscando opciones en medio de la blanca cochambre reinante, hasta que le convencemos finalmente para que monte algo y se baje: esto se va a quedar para otro día.

Chupas verdes, gafas pajareras (Fer también las llevaba), risas continuas

Otro buen rato después consigue meter un par de clavos y empezar a rapelar. No está aún ni a mitad del rápel cuando se para buscando alternativas… Nos cuesta unas voces convencerle para que siga para abajo (no le gusta nada retirarse).


A partir de aquí hacemos tres rápeles largos, estirados casi a tope, alguno muy aéreo. Los guías estudian las maniobras, refuerzan los clavos, cambian los cordinos, abandonan maillones o mosquetones. Yo sigo muy concienciado interpretando mi papel de “clientequenopaga”: todo lo más, saco fotos…

El destrepe del zócalo de entrada lo hicimos con cuidado. Luego nos fuimos debajo de la Noreste a buscar un llano donde sentarnos a comer algo. Las vías de esta cara casi ni se reconocen: la pared está bastante espolvoreada, pero le falta mucha carga de nieve y que esta transforme para estar en condiciones.


Abrigados comemos, bebemos y nos reímos. De haber completado ese largo (creo que era el sexto) las opciones de salir por arriba eran bastante mayores. Por encima, según el croquis, parece que suaviza aunque aún quedan más pasos. Luego está la arista, que se me antoja larga... Quizá hubiéramos tenido problemas de luz. Estamos en los días más cortos del año. Creo que ha sido la decisión correcta. Tenemos que volver a la vía cuando esté en condiciones, que tiene un ambiente buenísimo.


Comentamos que de hecho, a pesar de las condiciones cochambrosas, de haber salido por arriba estaríamos encantados de la vida, y además lo habríamos pasado fenomenal. En realidad, ya lo hemos pasado fenomenal incluso teniendo que retirar. Está claro que nos gusta el barro…
En el camino de vuelta nos giramos cada pocos minutos a contemplar la pared: su magnetismo nos hace volvernos para mirarla sin cansarnos. Comentar la jugada una vez más.

Hay que volver...
Diez horas después de arrancar llegamos al pueblo.
La Peña del Mediodía es una montaña de cota modesta, pero recia. Su cara norte tiene un gran ambiente. A nosotros, como a tantos otros antes, "La dama blanca” nos ha cautivado. Y como para muchos otros antes, el primer intento ha terminado en retirada.

Volveremos: espero que estos dos me dejen seguir en mi rol. Me siento tan cómodo...

11 comentarios:

  1. Vamos a ver... vamos a ver, Diego... eso es una retirada triunfal... buenísima pinta la montaña y se ve - perfectamente - que habéis disfrutado de largo.
    Con estos comienzos... seguro que el año que se avecina, os sonríe por ésas tierras.
    Un abrazo.

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    1. Total Carlos, lo pasé como hacía tiempo. Ya se sabe que hay retiradas que saben bien. Lástima que te coja un poco a desmano con lo efímero de las condiciones por aquí... de seguro que te encantaría.
      Un abrazo.

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  2. Buena Diego. Bienvenido al club de los "clientequenopaga"...Jaja, parece jeta y aprovechado pero si es que son ellos los que nos acosan. Por cierto, que no es tarea fácil estar en este selecto club...díselo a mi flato cada vez que voy en ese status..que son todos ellos como galgos!!
    Jaja y que decir si te ven rodeado de escuados UIAGM en algún teléfrico de Chamonix: Joer, que pila pelas debe tener ese tío que va rodeao de guías, piensan los guiris...jajaja
    Y perfecta la actividad: que ha habido que bajarse casi arriba...más vale bajarse que ni siquiera intentar subir. Quien no lo intenta no se retira nunca!! Enhorabuena

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    1. Hola Joe, la verdad que estoy en la hermandad hace muchos años, pero lo he mantenido en secreto... y espero seguir disfrutándola aunque es verdad que también voy a rastras detrás!
      La vía buenísima, pero aún nos quedaba por encima más de la mitad. Lo dicho, intentaremos volver, y te la recomiendo,
      gracias y un saludo

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  3. Hola Diego!!! esta canción me suena.... hubo un año que intentamos La dama blanca en condiciones parecidas a estas. Conseguimos pasar el largo en el que Martín se bajó y recuerdo pasarlas muuuuuy putas, ya que había un resalte que hacía una panza de hielo-corcho-nieve que se rompía a cada pioletazo... después de un buen rato viendole la cara al de la güadaña pasé.... El siguiente largo ,ás de lo mismo, todo muy precario y nos bajamos... Si nos hubiésemos bajado antes hubiera sido mucho mejor... Esos clavos y cordinos los instalamos nosotros y cuando conseguimos al año siguiente escalarla nos vinieron muy bien jejejeje
    La vía en buenas condiciones es una pasada, merece la pena esperar a que se forme y disfrutarla. Una pena que no suelan darse condiciones en esta pared, para mí de las más alpinas que hay por estos lares.
    Un abrazo y a ver si coincidimos!!!

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    1. Manu! Máquina, ya sabía algo de tu historia por Martín: pues sí que retirasteis altos... pero más tarde pudiste completar la vía, y eres de los muy pocos repetidores que tiene. La verdad que es una pasada. Esperaremos a que se ponga bien.
      Un saludo y sí, a ver si coincidimos (se echan de menos tus historias en la web!).

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  4. VOLVEREIS.... AL BARRO.. QUE MONTAÑA MAS BONITA

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    1. Seguro tío, y espero que pronto. No veas qué guapo.
      Un saludo

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  5. Ese papel tuyo de "Clientequenopaga" no me acaba de convencer... A un cliente no le dejamos tirar de primero ni pagando, jejeje!!
    Pocos placeres hay en la vida tan grandes como encontrar a alguien que disfruta como uno mismo, aunque en apariencia, el terreno invite a todo menos a disfrutar. Tu compañía, tu amistad y tus relatos, bien merecen cualquier condición, ya sea perfecta o cochambrosa! Sin ninguna duda, volveremos!! Abrazotes!

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