LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

viernes, 23 de julio de 2010

Urriellu Marzo 2010







Bene Santos
Sábado 27 Marzo 2010.
Directa Martínez, Sur Urriellu

Por fin, después de meses de intentos frustrados, lluvia, ventisca, nieve, la meteo nos dio una tregua y nos permitió realizar una salida exitosa y disfrutona:


Salimos caminando con la sensación de que las mochilas para “ataques ligeros” deberían pesar menos que las nuestras, pero como siempre, no hemos querido dejar más material en el coche. En realidad vamos bastante optimizados, con 8 cintas express, cuatro friends, dos pitones de roca y un juego de fisureros no parece que podamos prescindir de mucho… Bueno, pues esto ya pesa mucho, sobre todo si hace meses que no coges el material de escalada. Además, ir a escalar en invierno siempre te incrementa el peso con los crampones, el o los piolets, la ropa extra… Esto del alpinismo es de masoquistas, pero a esto venimos, y con qué ganas!
El refugio de La Terenosa está en reparaciones, recién retirada la nieve ya están preparando la temporada de verano. La charla es animada, hace varios meses que no coincidimos y nos vamos poniendo al día. El día está azul, aunque en altura se ven circular las nubes a gran velocidad, a nosotros no nos llega el viento, confiamos que siga así. La última vez que vinimos por aquí en Noviembre el viento nos tiraba piedras en la Canal de la Celada… No, hoy no, hoy nos dejará por fin escalar, y así vamos remontando la media ladera deleitándonos con los Albos, el Neverón, y las caídas hacia los hondos valles hasta la mar.
Después de Collado Vallejo la nieve empieza a hacerse más presente. Y está muy dura. Las pocas huellas que vemos no tienen marca de crampón, pero se va haciendo patente que tanto por seguridad como por velocidad nos conviene ponerlos. Así lo hacemos, y aprovechamos para echar un trago. La huella de invierno nos deja subir muy directos, y la atención a los pies nos distrae de la cuesta, así que antes de darnos cuenta estamos en los bloques de acceso a la Celada.
Me noto muy cansado, Bene parece más fresco, el día espectacular nos motiva a arrancar hacia la canal, que está helada como un espejo. Sacamos el piolet y, junto con el bastón, vamos remontando las cuestas. A ratos cruzamos alguna zona donde se acumula nieve polvo sequísima, pero en general vamos sobre nieve muy helada, o hielo directamente.
Con el corazón en la boca, enlazamos tramos contando los pasos, cincuenta, luego treinta, luego veinte, parece que estamos en el Himalaya. Joder, a ver si coronamos de una vez. La cara Este se va asomando, chorrea algo de agua, pero en general está escalable así al sol. Nuestra idea es la “Nani”, que ninguno hemos hecho.
Por fin alcanzamos la zona de bloques de los vivacs y vemos la Sur. Hay mucha nieve en al pared, bastante más que en la Este. Mientras nos ponemos los arneses y ordenamos el material, comemos un bocado y echamos un trago, decidimos ir a la “Sur Clásica”, que aunque se ve bastante mojada y nevada, por lo menos es conocida y además tiene las reuniones para rapelar.
De nuevo en marcha, cinco minutos de remontar el nevero y estamos debajo del primer largo. Apenas hay rimaya y la nieve se apoya bien en la roca hasta unos diez metros por encima de la entrada de verano. Me encuerdo y me subo a una terracilla a calzar los gatos. Todo listo: empieza la juerga.
Primer largo IV+, 50 metros, tiro yo: el ambiente es agradable pero a la vez severo. Hace sol y nada de frío, pero estamos solos, rodeados de nieve, la pared suelta agua a chorros y trozos de nieve desde arriba. No olvidamos lo aislados que estamos. Así, con precaución (y con bastante torpeza) comienzo a moverme en travesía ascendente a la derecha, esquivando el agua de los canalizos, evitando la nieve, buscando dónde poner algún seguro, que no tenemos montada reunión en el pie de vía… El ambiente es grandioso, pasos que en verano ni siquiera ves, ahora parecen complicados, la gracilidad del escalar desaparece por la mochila con las botas, los crampones y el piolet, que me desequilibran a cada paso. Por fin, después de bastante lucha, alcanzo la reunión. Todo el Picu para nosotros, esto el la ostia.
Bene sube rápido, nos entendemos muy bien y estamos coordinados, sabemos lo importante de ahorrar tiempo cuando se puede. Le paso el poco material que me queda y arranca el segundo largo, IV+, 60 metros: arranca por un resalte parcheado de nieve que resuelve a gran velocidad.
Más arriba los canalizos permiten disfrutar de la escalada en un ambiente increíble. Cuando voy de segundo por allí disfruto cantidad.
Tercer largo: apenas IV, pero tiene bastante mixto de nieve (30% roca, 70% nieve), estiro por obligación unos 75 metros. Tiro yo y ensamblamos: los canalizos tumbados al borde de la nieve hasta alcanzar una repisa, donde me cambio gatos por botas y comienzo de nuevo por campas de nieve y mixtos, de isla de roca en isla de roca. La reunión, sabiendo más o menos dónde está, está tapada por la nieve, así que coloco un friend y continúo. Localizo a lo lejos una chapa con mallón a la izquierda. Después de un momento de indecisión, consigo cruzar una pala de nieve posada sobre llambrias, con bastante tensión por el miedo a que deslizara. El último seguro queda lejos, y Bene ya había abandonado la reunión hace rato. Llego a la chapa, también hay un clavo; aseguro a Bene que me alcanza veloz.
Cuarto largo III/mixto nieve (60% roca, 40% nieve), 60 metros, tira Bene: arranca en roca por pasos fáciles, con botas, hasta alcanzar una nueva banda de nieve delicada, en poco tiempo alcanza la arista, monta reunión sobre un bloque.
Arista nevada pero sin problema, desencordados recorremos últimos 100 metros hasta la cumbre, donde la Virgen se recorta contra el cielo azul. Un placer disfrutar esta cumbre solos y en casi invierno.
Buena vista, nubes en la costa y envolviendo algunas cumbres menores. Ambiente alpino.
Volvemos a la arista. Tenemos incertidumbre con los rápeles para enlazar la chapa del mallón con la reunión de los rápeles oficiales: no llegan las cuerdas. Abandonamos una cinta cosida naranja mía (recuperada en Millstone, bajo la London Wall, en el Peak District hace 10 años, ¡qué recuerdos!). Rapela Bene delante. Llega a la chapa, bajo yo, recuperamos bien, vuelve a bajar Bene delante con problemas de líos entre las cuerdas, que empiezan a pesar bastante por toda el agua que arrolla. Estira los 60 metros sin encontrar seguros en las islas de roca (80% nieve), y se desplaza a la derecha hacia los canalizos que destrepamos en verano. Se suelta y rapelo yo, sin éxito tampoco en la búsqueda de posibles emplazamientos para seguros. Nos obligamos a destrepar en botas de invierno los 15 metros de canalizos que nos separan de la reunión. Con tensión (no hay margen para los errores), primero Bene y luego yo que tiro de las cuerdas para recuperarlas, alcanzamos la reunión. Todo correcto.
Dos nuevos rápeles, el primero 60 metros y el segundo 50 hasta la nieve, y tocamos suelo a las 16:30 h. Hemos bajado la pared en condiciones alpinas sin mayores problemas a pesar de improvisar reuniones, destrepar sueltos y desliar cuerdas.
Comemos en la entrada del Jou, cinco minutos, recogemos las cuerdas, el material, nos ponemos los crampones.
La Celada sigue totalmente helada, ahora en sombra, bajamos con atención este tobogán de cientos de metros.
Rápidamente salimos de nuevo al sol y continuamos ladera abajo. No hemos visto a nadie en todo el día, a pesar de la excelente climatología, hasta la bajada a medio camino de Vallejo, donde Eric subía con 2 clientes, nadie más.
Charlando de mil cosas, amigos, proyectos e ilusiones llegamos al coche algo machacados pero muy contentos: el día ha sido muy completo y la cumbre muy disfrutada.
  • 7:00 h Salimos de Gijón.
  • 9:00 h Pandébano, comenzamos a caminar.
  • 11:45 h Jou Tras el Picu
  • 12:15 h Rimaya Directa Martínez
  • 15:00 h Arista
  • 15:15 h Cumbre
  • 15:30 h Arista Inicio Rápeles
  • 16:25 h Rimaya
  • 18:45 h Coche
  • 21:00 h Gijón

    Las fotos buenas, como no podría ser de otra forma, son de Bene, Caborian de Pro.

    Cinco rutas en el día: Escalada rápida en roca en Picos de Europa, Julio 2004

    Javier Sáenz

    “Maraya” a la torre de los Horcados Rojos, 190 m V+
    “Demencia Senil” al paredón de Santa Ana, 100 m 6a+
    “Palacio de Invierno” y “Diedro José Rubio” a la Aguja Bustamante, 150 m 6a+ y 90 m V+
    “Capricho” a la Aguja de la Canalona, 120 m V+
    “Pilar de Nazaret” a los Coteros Rojos, 150 m 6a+

    El verano avanzaba y ya llevábamos unos cuantos fines de semana en Picos. Cada cual tenía sus planes: unas cordadas tiraban a completar una apertura, otros a repetir tal o cual vía.
    Javi y yo ya habíamos hablado hacía tiempo de intentar un encadenamiento de varias vías en el día: los nombres los propuso él. Yo ya las conocía y las había hecho todas, eso sí, por separado. Por supuesto, en el caso de Javi también; en realidad él había abierto varias de ellas. Ninguna de las seleccionadas era especialmente difícil, todas tenían un estilo y dificultad bastante homogéneos. El atractivo por tanto estaba en el hecho de enlazarlas todas en un mismo día.
    El vivac de “Villa Ratón” es un sitio perfecto para escalar en esta zona de Picos, con aproximaciones casi nulas a paredes estupendas. Lo único malo es la falta de agua.
    Comienza, como decía Mariano, “un nuevo día glorioso en alta montaña, en Picos de Europa”: cielo azul en trescientos sesenta grados.
    Pie de Vía Palacio de Invierno, la 3a vía
    El amanecer nos encuentra aproximando al primer pie de vía, en el extremo derecho de la pared la Sur de Horcados Rojos. “Maraya” es una vía clásica moderna, su grado máximo es V+, sus cinco largos en doscientos metros tienen ambiente de montaña y continuidad, con los seguros justos. Alternamos los largos de forma fluida, progresamos rápidamente. En poco rato alcanzamos la arista somital: hemos completado la primera vía y sin contemplaciones destrepamos hacia los rápeles instalados en el collado con Santa Ana. En pocos minutos estamos en la pedrera calzándonos las botas que nos ha acercado Estivi.
    La aproximación a la segunda vía es muy corta, apenas cinco minutos.

    “Demencia Senil” es una vía de tres largos, unos cien metros básicamente de placa, aunque también con canalizos. Con pasajes de hasta 6a+, y con algo de exposición en algún paso. De nuevo, empieza la escalada delante aquel al que le toca por riguroso turno. Nos elevamos por las placas de este frontón que es Santa Ana. Alcanzada la última reunión, en este caso no se llega a la arista, iniciamos maniobras de rápel. De nuevo en el suelo recogemos las cuerdas para acercarnos al pie de vía siguiente.

    Diedro José Rubio a Bustamante
    El hombro de Bustamante es un pilar que arranca directamente del camino a Peña Vieja. “Palacio de Invierno” es otra de esas vías que al poco de abrirlas, los Cholos ya sabían que se iba a convertir en una clásica de la zona: dificultad media, máximo 6a+, ciento cincuenta metros en cinco largos variados y con buena roca, fisuras, placa, algún desplomillo… De nuevo dejamos las botas y la mochila, que Estivi, junto con agua y algo de comer, recogerá y subirá por nosotros a la base de la normal de la Aguja Bustamante. Esta inestimable ayuda nos librará de parte de los esfuerzos “desagradables” de la escalada. Alcanzado el hombro, tomamos una de las opciones para hacer la cumbre de la aguja, la “Vía del Diedro” o “José Rubio”. Otros cien metros en dos largos estirados por un diedro perfecto de V y alcanzamos la cumbre, donde antes de rapelar nos permitimos el lujo de ponernos de pie: una sensación increíble de vacío todo alrededor te invade cuando te estiras. Rápel y de nuevo en la pedrera.
    El cansancio en mi caso empieza a notarse. El sol de verano aprieta, los gatos también aprietan, y mi compañero de cordada que parece el conejito de Duracell, este no veas lo que aprieta…
    Nos dirigimos al cuarto objetivo, la Aguja de la Canalona. Tenemos que cruzar la pedrera en horizontal y después elevarnos por el corredor que da acceso al inicio de la vía: “Capricho” es una vía de tres largos, unos ciento veinte metros máximo V+, que recorre la pared oeste de esta aguja, y de nuevo como las anteriores, con una calidad excepcional. Afortunadamente no hay gente a pesar de ser una vía bastante repetida. Alternando el primero de cuerda alcanzamos la cumbre plana de la Canalona. Mientras rapelo hacia la vertiente opuesta, por donde sube la vía normal, me pregunto cómo habré sido capaz de subir por aquí, ya dos veces, sin cuerda. La respuesta es fácil, las cosas siempre impresionan más cuando se rapela que cuando se está escalando.
    Última aproximación al pie de vía de los Coteros Rojos. Sólo hay que cruzar en horizontal la pedrera en unos cinco minutos. La verdad es que el encadenamiento está bien diseñado en la elección de rutas. En esta pared vamos a hacer la vía “El Pilar de Nazaret”. Como su nombre indica, la vía se levanta por un pilar bastante marcado de la pared, a lo largo de unos ciento cincuenta metros y cuatro largos. El primero es bastante duro, 6a+, con una zona de roca dudosa. Tira Javi. Cuando por fin alcanzo la reunión resoplando, y me toca pasar delante, renuncio y le pido que complete él la vía, que yo bastante hago ya con seguirle… Llegamos a la cumbre a media tarde, con bastante luz aún por delante. Estivi nos ha subido de nuevo las botas, librándonos de su peso durante la escalada.
    Ha sido una jornada muy buena de escalada en Picos. Hemos recorrido un montón de metros de roca, escalando varias paredes y cumbres, con sus descensos incluidos. Hemos ido con lo justo de material, de ropa, de agua… Por supuesto con menos de lo que hubiera sido necesario sino hubiera estado Estivi de apoyo logístico. Estamos cansados; bueno en realidad yo estoy reventado.
    En conclusión, hemos escalado de forma ágil y en un estilo minimalista. Hemos escalado alto, rápido y ligero. Buen entrenamiento para la visita programada a Chamonix pocas semanas después.

    viernes, 16 de julio de 2010

    Los Cántabros a Peña Vieja



    Pablo Luque
    Domingo 4 de Julio 2010
    Los Cántabros (350 m) V+ a Peña Vieja (2613 m) 4 h escalada.
    El verano parece que no quiere arrancar, ya estamos a primeros de Julio pero el cielo está totalmente cubierto. Son apenas las siete de la mañana cuando nos asaltan las dudas sobre el destino a elegir, pero el coche está en la autopista dirección Santander, y hay que intentarlo. En Fuente De sigue la nube metida. Suerte que tienen la webcam en la taquilla y vemos que arriba está totalmente despejado, parece que hemos acertado arriesgándonos con las dos horas de coche. En la cola charlamos con Javi, que sube a currar en Aliva.
    Con la tercera o cuarta cabina llegamos arriba y arrancamos sin demora. Nuestro objetivo en esta ocasión es la Vía de los Cántabros a Peña Vieja, en su vertiente Suroeste: una vía de unos trescientos cincuenta metros con carácter alpino. La aproximación hasta la Vueltota, prácticamente llana, permite hablar sin parar, pero en cuanto empezamos a remontar la pedrera las conversaciones desaparecen. Con esfuerzo vamos ganando altura hasta alcanzar el nevero de entrada a la Canal Alucinante: la nieve en playeros es mejor evitarla, así que empezamos a trepar por la roca del flanco derecho. No tenemos clara la entrada de la vía, los croquis de Miguel y Adrados se contradicen; después de varias pruebas a izquierda y derecha, trepando y destrepando el zócalo de II grado, por fin encontramos el comienzo, aunque no hay rastro de ningún seguro. Nos ha llevado tiempo todo esto, ya son las doce, hay que espabilar.
    Arranco yo en travesía compacta hacia la izquierda y por fin un clavo nos pone en ruta. Sin problemas remonto los 40 metros de IV+ hasta la primera reunión de dos spits, con el característico gendarme a la espalda.
    Luque me alcanza rápidamente y sin apenas parar sale hacia el segundo largo, que empieza con un tramo de unos seis metros sobre placa compacta, con una chapa a la mitad, que frenan su velocidad. Luego tumba hasta el primer desplome, que se supera a través de una fisura off-width, en la que tiene que luchar lo suyo; le salta un allien mientras pelea con la mochila que se atasca, y que termina dejando anclada a un pitón. Después resuelve la salida y continúa hasta la reunión. El croquis marca V+, pero esto seguro que es más difícil.
    Me reúno con él no sin sufrir lo mío en el desplome, las dos mochilas con bastones de esquiar no me dejan “disfrutar” del paso, y me agarro a uno de los friends hasta remontar los pies.
    El tercer largo, que también marca V+, me toca a mí; comienza bien tieso por unas lajas amenazantes que incluso parecen desplomar. Una vez sobre ellas, la roca es mejor que lo que aparentaba desde la reunión, y se protege muy bien. Superado el paso continúa por unas fisuras hasta un gran puente de roca donde hay un cambio de diedro. Al no alargar bien este seguro, unos diez metros más tarde el roce de las cuerdas me impide tirar el último tramo de placa compacta; monto una buena reunión sobre friends y aseguro a Pablo, que una vez me alcanza, estira su escalada en un falso largo de diez metros algo expuestos hasta la verdadera reunión, que tiene una chapa.
    De nuevo me pongo a tirar delante, se empieza a intuir la terraza intermedia, un largo más fácil sobre roca algo fracturada, recorriendo diedros y fisuras de cuarto superior. Después de unos 40 metros monto la reunión sobre friends.
    Luque estira desde aquí otros cuarenta metros en el mismo grado, que una vez recorro yo nos dejan sobre la terraza intermedia, que remontamos juntos en unos cien metros de caminar.
    Desde aquí optamos por la salida original, por un espolón a la derecha, casi en la arista que viene de la Olvidada: empiezo delante yo, sobre roca de bastante mal aspecto, rota en general, pero lo cierto es que escalando en montaña hay que saber moverse en este tipo de terreno, tan habitual en vías largas. La referencia es una torre a nuestra derecha. En dos largos de III/IV nos situamos sobre el collado que forma con la pared principal. Tiro delante el que parece el último largo, que una vez más discurre sobre roca delicada, y me deja en la misma cumbre de Peña Vieja.
    Pablo llega enseguida, estamos contentos, la vía nos ha gustado a los dos, tiene carácter de montaña y no regala nada: exige orientación a pesar de lo lógico del trazado, permite asegurar bien, pero incluso los largos más fáciles obligan a prestar atención por la roca dudosa. Son las cuatro de la tarde, hemos tardado cuatro horas para unos ocho largos más la trepada intermedia. No ha sido un gran horario, hay que mejorar.
    Recogemos el material, comemos y bebemos algo, foto de cumbre y arrancamos de nuevo normal abajo hacia el collado de la Canalona: la conversación vuelve a girar en torno a amigos, objetivos, dolores, lesiones, etc. En la base del hombro de Bustamante nos encontramos con Cholo, Churra y Eduardo que han subido por primera vez en la temporada a Picos. Después de varios años sin vernos es siempre una alegría reencontrar viejos amigos, más aún en este escenario donde tantas veces compartimos fines de semana. Después de unos minutos de ponernos al día, continuamos hacia el Cable. A las seis de la tarde estamos de nuevo en el aparcamiento envueltos en niebla, a las ocho y media en casa.
    Una vez más, en pocas horas bien aprovechadas hemos cambiado el paisaje urbano por el de montaña, las ocupaciones del día a día por la escalada alpina. Hemos escalado alto, relativamente rápido y ligero. Ventajas de vivir donde vivimnos.

    jueves, 8 de julio de 2010

    Envers Des Aiguilles 2001

    Juaco Piñera
    Agosto 2001




    Si es que somos de pueblo. No hay duda. Eso sí, igual que los de pueblo no descuidamos la alimentación. La gente flipa: pero estos tíos ¿de dónde salieron? Aquí estamos desayunando, con leche de cartón y naranjas enteras traídas hasta aquí arriba. Nos miran como marcianos, aquí donde la gente no trae nada más que el material de escalar en una mochila de 25 litros, nosotros venimos como en los años cuarenta, con unos macutos que pesan como muertos.
    El procedimiento habitual de los locales lo aprendemos observando: la gente sube, disfruta de las vías, vuelve al atardecer al refugio a tomarse unas cervezas antes de cenar de plato e irse para la litera y al día siguiente repetir… Lo nuestro es mucho.
    Ya empezamos mal al no coger bien la subida desde el glaciar, pero es que la flecha amarilla de dos metros de alto por uno de ancho pintada en la pared de granito no era de tamaño suficiente. Tampoco las explicaciones de Estivi y Miguel. La vimos a la vuelta, a buenas horas. Nosotros a tope Mer de Glace p´alante hasta casi llegar a Renquin… Remontar la morrena nos costó un huevo con las mochilitas. Pero bueno, por fin estamos aquí, y comiendo bien, qué sabrán los gabachos…
    Recogemos rápido, que la gente ya está saliendo para las paredes, y la vía que quiero hacer hoy está entre las clásicas de la zona, así que seguro que hay gente que va a por ella también: “Le Marchand de Sable”, de Michel Piola, son unos seis o siete largos de hasta 6b máximo no obligado, con fama de ser muy guapa. La aproximación lleva como media hora por llambrias y neveros/glaciares. Salimos a toda mecha y vamos adelantando gente como locos: seguramente no van todos hacia nuestra vía, pero por si acaso.






    Con este pie de vía con rimaya incluida hay que tener cuidado: nos preparamos rápidamente y anclamos las botas y las mochilas a un seguro en la roca. Si se te cae una bota por la rimaya estás jodido. Arranco con urgencia al lado de otro tío que pretende salir antes que yo. El primer largo lo hago a toda leche para afianzar nuestro liderazgo: somos los primeros. Juaco me sigue sin problema. El granito es perfecto: naranja, sólido, un placer al tacto.




    El segundo largo es un diedro precioso, a proteger, de un grado que te hace escalar atento pero a la vez disfrutar enormemente, una pasada. Los largos superiores suceden pasajes de placa con chapas con tramos fisurados limpios. Vamos ganando altura sobre el glaciar y el paisaje impresiona. Alcanzamos el final de la vía, en lo alto de una torre separada de la pared principal, y emprendemos los rápeles donde vamos a coincidir con las múltiples cordadas que nos seguían: lo hemos hecho bien siendo los primeros, mucho mejor.
    A media tarde, al sol tirados en la terraza, observando cómo se chuman unos alemanes o austriacos a base de latas de cerveza de medio litro encadenadas una tras otra, disfrutamos de las vistas de la Verte, siempre esbelta. Una cumbre imponente.

    Me doy cuenta de que mis pintas no son muy a la moda, llevo unas mallas de ropa térmica interior y una camiseta raída, sumadas las botas de plástico de color rosa en agosto, estoy algo fuera de sitio. Así son las cosas.
    Al día siguiente nos planteamos hacer una vía a una de las puntas de Nantillons: “Benvenue a George V”, una vía con siete largos hasta 6a+ y recomendada como de las mejores de la zona. De nuevo se ve el sello de Piola. 

    En este sector a una media hora hacia el sur del refugio, no hay problemas de tráfico, estamos solos, el pie de vía de nuevo sobre la rimaya glaciar es más cómodo que ayer. La escalada transcurre fluida y disfrutona hasta la zona final. 






    En el último largo me pierdo, me confundo de fisura y me embarco en un tramo de unos doce metros verticales de aproximadamente 6a donde no me entran seguros. A mitad de tramo veo un trozo de cuerda atascado dentro de la fisura, señal de más embarques o de problemas en el descenso, quién sabe. Apretando y a la vez controlando los nervios para no salir volando, consigo superar la sección. Después de estos momentos de tensión alcanzo la reunión. Juaco me alcanza a los pocos minutos. Nos relajamos un rato en la cumbre, el paisaje es imponente.
    Las maniobras de descenso no nos dan problemas y después de recoger y ponernos las botas salimos de vuelta al refugio.
    La tarde es perfecta, recostados al sol disfrutamos de las vistas. Los alemanes vuelven a chumarse con infinitas latas de cerveza, estos sí que saben. Nosotros entablamos conversación con un chaval francés que habla buen español (si no de qué!): un tío muy interesante, estuvo viajando como una año y medio de colgao por Sudamérica y tiene un halo hippie. A la vez tiene muchas actividades por Alpes, y pasamos un buen rato juntos.
    Tercer día de escalada, vuelve a amanecer soleado. Hoy me siento más cansado, las manos están algo machacadas y el embarque de ayer me está pasando factura. Escojo un objetivo más discreto que los días anteriores, Le Piage, a la Tour Verte. Esta vía está a cinco minutos (literalmente cinco) del refugio; más cómodo imposible. Tiene unos cinco largos y la dificultad es similar a las de los días anteriores, máximo 6a+. El tirar siempre de primero me encanta, pero también es más exigente. Hoy la cabeza funciona peor. Cuanto llevamos cuatro largos me atasco en un paso de desplome, los bíceps no quieren cerrar más. Termino el largo pero decido que mejor nos bajamos.


    Recogemos las cosas en el refugio y emprendemos el regreso a la civilización. Han sido tres días estupendos de escalada en roca en esta zona también conocida como el Pequeño Yosemite. La calidad de las vías que hemos hecho, y el potencial que hemos visto alrededor obliga a repetir visita: la próxima vez habrá que hacer una de las vías de verdad, de las que suben a la Aguja de Plan, o a la de Fou, porque las de esta ocasión son, como dice Adrados, vías Divertimento (aunque yo he apretado bastante, no tienen el compromiso de las vías de alpinismo de verdad).

    En el camino de vuelta a Montenvers vamos comentando qué hacer en los días que nos quedan: nos apetece subir a hacer alguna cumbre y pensamos en el Tacul. Decidido, mañana si el tiempo lo permite intentaremos subir a esta cumbre que ninguno de los dos conocemos.
    Chamonix extiende sus tentáculos de foco consumista intentando devorarnos: nos resistimos bien; yo lo tengo fácil porque no tengo un duro, y Juaco aunque lo tenga, es más austero que Teresa de Calcuta. Esto por supuesto no impide que entremos en las tiendas clásicas de material de montaña: Snell, la de la estación de la Aiguille de Midi, la de Patagonia, y otras. Aquí vemos que la oferta de material es muy superior a la que llega a las tiendas españolas, vemos modelos que allí no llegan. Aún así, excepto que encontremos algún súperchollo, no sacamos la cartera.

    Noche de camping y madrugón para coger el primer cable a Midi. De mil a tres mil ochocientos en quince minutos te deja un poco flipao, pero arrancando a caminar se te quitan los mareos, sobre todo cuando te asomas a la arista de salida del edificio, que no permite tonterías. Es la primera vez que bajo al Valle Blanco y la verdad es que impone. Siguiendo la estela de gente que se dirige como nosotros al Tacul o a Cuatromiles vamos atravesando la zona de acampada en el llano del plató, bajo la sur de la Aiguille de Midi donde varias cordadas evolucionan por la Rebuffat y otras vías. En frente, en la sombra, el triángulo rocoso marca la Chere, la Contamine y otras goulottes típicas donde también se ven escaladores.


    Nosotros vamos a lo nuestro, a buen ritmo, desencordados adelantando gente, ascendiendo entre los seracs dirección al Mont Blanc de Tacul: tengo la sensación de que las piernas podrían forzar más, pero que la caja no lo permite, la respiración y el ritmo cardíaco limita, la altura marca el máximo.


    El tramo final para acceder a cumbre está algo colapsado por la gente, que se frena ante un paso algo delicado. Finalmente cumbre: conseguimos sacar alguna foto y disfrutar de las vistas, y para abajo.
    Descendemos de nuevo desencordados, contentos por haber hecho una cumbre de más de cuatromil metros. Remontar hasta la estación de la Aiguille de Midi se hace pesado. Por fin, teleférico de vuelta a la civilización. El viaje de vuelta a casa con buenas sensaciones de esta visita a los Alpes.



    Referencia:
    "El Macizo del Mont Blanc, las 100 mejores ascensiones" Gaston Rébuffat
    Mont Blanc du Tacul, vía normal: Nº 17

    viernes, 2 de julio de 2010

    Quirós y el Psoas Illíaco

    La tarde se presentaba bochornosa. En Trubia el coche marcaba veintisiete grados. Mientras esperaba a Luque me releí por enésima vez la descripción del Piz Badile de la Desnivel: otra vía que ocupa mis pensamientos como objetivo de verano.
    Una vez en Quirós decidimos tirar hacia la Amarilla, para intentar hacer vías largas encadenadas, sin tocar suelo. Amarilla, Bertín y Mágico, algo hecho ya muchas veces pero que no me canso de repetir. Sin nadie más en el sector, arranca Pablo desde la base de las placas del Trigo, con una travesía algo incómoda hasta la base de la chimenea del primer largo de la Amarilla. Le relevo yo y de nuevo alternamos. Alcanzamos el alto de la vía con una gran sudada, a pesar de haber empezado ya en sombra, y yo con la sensación de estar en un horrible nivel. Mucha hierba y plantas en las fisuras. Rapelamos hasta la primera reunión y salimos hacia arriba por la Bertín Segoviano. Entre la primavera lluviosa, y lo poco de moda que está la escuela, estas vías no se repiten lo suficiente, y Pablo tiene que actuar de desbrozadora en los cuarenta metros de los dos largos empalmados.
    Estamos a media vía cuando aparece Brojos por el Ventolín, lo reconozco enseguida a pesar de las distancias, tanto la física como la temporal: su estampa es inconfundible. Ha venido solo, así que decidimos bajar con él cuando terminemos la vía. El último largo, 6c, lo tiro yo; ya lo recuerdo peleón, pero entre la falta de forma, el calor agobiante y demás, tengo que reposar en un seguro. Continúo por la extensión equipada hasta la última del Espolón Mágico, por el que rapelamos. Observamos un chapucero e incoherente reequipamiento: chapas viejas sin retirar, chapas nuevas a escasos dos centímetros de las viejas, parabolts con tuerca pero sin chapa, cadenas colgando sin maillon… todo bastante feo.
    Una vez de vuelta en el suelo, subimos al Ventolín: el reencuentro con el viejo amigo me alegra, últimamente sabía de él por el Blog, pero es mucho mejor en vivo. Además, ha venido hasta aquí porque Luque le dijo que había quedado conmigo…
    Mientras continuamos haciendo algunas vías más, charlamos de múltiples temas. Hacemos el Ventolín entrada directa, la Escaramujo, y la Sensación Multicolor (esta última sólo Brojos, nosotros tenemos las yemas machacadas del calor y la falta de práctica).
    Hablamos de vías, de viajes, de carreras, de hijos, de amigos… La conversación va derivando y nos terminamos centrando en los muchos, dispares y resistentes dolores que nos acosan; unos son de lesiones deportivas o de caídas, otros, como dice Luque, de la propia edad y la mala costumbre de los humanos de caminar erguidos.
    Tirando del hilo, descubro que lo que me duele últimamente no es la cadera (ya me veía operado con una prótesis) ni tampoco el abductor, sino el Psoas Illíaco. Que además no es culpa de los Vasque, sino de la añeja contractura lumbar y del no estirar lo suficiente (ni de lejos). Pero sobre todo, descubro que no soy el único ni mucho menos que lo sufre, que es muy habitual.
    Ahora también recuerdo a Pelayo hablándome hace meses de este mismo músculo, y a Bene y a Silvia, hablando de lo importante de los abdominales para contrarrestar problemas lumbares.
    El Psoas es un músculo que conecta los lumbares con la parte delantera de la pierna en su unión con la cadera. Las cargas lumbares, tan comunes para casi todos, provocan un acortamiento del Psoas, que si no lo estiras, a la larga causa problemas musculares o incluso desviaciones en la cadera, haciéndonos pisar mal. Dado que las descripciones de mis dos amigos cuadran muy bien con mis sensaciones, concluyo que están en lo cierto. Incluso me dicen cómo tengo que estirar!
    Yo les creo, y haré la prueba las próximas veces que salga a correr. No obstante, tendré que confirmar esto con un fisio… Ya se sabe que la automedicación no es buena, así que la autofisioterapeutización seguro que tampoco.
    Bajamos hasta el coche hablando sin parar. El calor sigue intenso, la tormenta prevista no ha llegado. Ha sido una tarde de escalada, nueve largos entre V y 6c, pero sobre todo ha sido una tarde de reencuentro. Nos despedimos instándonos a no dejar de nuevo que vuelva a pasar tanto tiempo: seguro que no.