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martes, 15 de junio de 2010

Media Maratón de Teverga: Hora y media muy larga


Faltaban cuatro días. Me había apuntado casi por impulso después de que Dani y Jose Camino me tiraran el anzuelo. Aún la semana anterior lo comentaba con mi tío Jose, atleta de toda la vida, pero me lo planteaba para dentro de unos meses, quizá en otoño. Ahora me preguntaba si sería capaz de llegar a La Plaza.

Media Maratón: nunca había corrido tanto, no más de catorce o quince kilómetros. Mis amigos me animaban diciendo que seguro que no tenía problema, y yo me animaba pensando que en bici o en el monte uno se enfrenta a esfuerzos continuados y de volumen. Pero correr es otra cosa y las dudas me acosaban: ¿sería mejor adoptar un ritmo bajo y reservar energías para la fase final, o por el contrario correr a un ritmo cercano al habitual y afrontar el final como pudiera? Ya había probado a correr por debajo de mi ritmo, y suelo ir mal. Decidí que me tendría que plantear el tema casi sobre la marcha.

Quedé con Dani en la meta para dejar un coche: en el trayecto de regreso a la salida comentábamos lo largo que parecía ahora que lo teníamos que hacer corriendo… El cielo estaba cubierto de una nube baja, amenazando lluvia, y no sabíamos si llevar chubasquero o correr en camiseta. La entrega de dorsales era algo nuevo para mí y los nervios del estómago me recordaban a los momentos antes de los exámenes, o de una reunión de trabajo, o de alguna escalada.

Por fin nos acercamos a la línea de salida, saludos a José Camino y a Mode que acompaña a Nerea. Suena el disparo y arrancamos a trotar torpemente entre los charcos e intentando no chocar entre todos: el ambiente es bueno, hay cachondeo en el pelotón, aunque seguro que los de delante ya están en modo carrera.

En el primer túnel nos tenemos que parar del todo. Seguimos calentando bajo una lluvia fina, mientras el grupo se va estirando. Dani y yo hemos empezado juntos, pero poco a poco lo he dejado atrás y pronto voy solo entre dos grupos de gente, buscando mi paso.

Los kilómetros están indicados, pero entre el agua y el barro, algunos no se ven: voy algo más alto de los cinco minutos, aunque lo voy corrigiendo. En el primer avituallamiento en el kilómetro cinco la gente coge agua, esponjas, limones, no lo entiendo, apenas hemos empezado.

En Proaza pasamos frente al cercado de las osas, que aparecen trotando y mirando la hilera de color que corre frente a ellas: los soldados del Noval, con sus camisetas rojas son una constante en la hilera. Mi grupo de referencia no para de adelantar gente, pero me encuentro bien en su paso, así que intento seguirlos. Ya vamos a algo menos de cinco.

El continuo control de tiempos no es tanto por hacer una marca decente, como por no ir más rápido de la cuenta y no poder terminar: yo creo que en torno a cinco por kilómetro sí puedo llegar a meta.

Los kilómetros se suceden y el paisaje es exuberante: el río baja fuerte de las lluvias de los últimos días, los bosques explotan de vida. La pista sube de forma continua, apenas perceptible excepto en algunas zonas concretas, pero siempre subiendo.

No voy mal, después de Peñas Juntas he pasado el desvío hacia el valle de Teverga, más o menos mitad de recorrido, y las piernas parecen funcionar bien de momento. Segundo avituallamiento y tampoco bebo. El día fresco y nublado ayuda, esto mismo con calor sería muy diferente…

Me ajusto al ritmo de uno de los soldados y adelantamos gente aunque cada vez menos, el pelotón está muy estirado ya. La media de tiempo sigue siendo buena. Alcanzo el quince y último avituallamiento, tampoco bebo. Aquí empieza lo nuevo para mí, nunca he cruzado esta línea, y eso me inquieta.

Los puentes nos pasan a un lado y otro del río, la roca va cambiando de cuarcita a caliza y nos acercamos a las zonas de escalada, presiento que el final se va acercando.

El kilómetro diecisiete se hace muy largo, parece no terminar, los túneles parecen no terminar, la cabeza empieza a acusar el esfuerzo. También contribuyen las marcas repetidas o tachadas el suelo. Desde el diez o el once no miro referencias de tiempo, prefiero centrarme en correr…

Sigo intentando mantener el ritmo, adelanto y me adelantan. Cuando llego a la marca del diecinueve miro el reloj; hora y media, voy bien, quedan “sólo” dos: …van a ser dos kilómetros muy largos, la cuesta parece más acusada y se me hacen muy duros. La gente anima, esto ya casi está. En la marca veinte y medio adelanto a un chaval caminando, lo ha hecho casi todo pero el final le ha podido, yo también voy fundido.

Enfoco Aladino y veo la Meta: cien, cincuenta, fin. Alegría y alivio al cincuenta por ciento. Entrego el dorsal y recupero el aliento, bebo, como fruta y estiro un poco. Veo a Mode y a Nerea y me acerco a saludar: ha quedado segunda, ¡menuda máquina!. Al rato entra José Camino y un poco después Dani, con sus dos niños de la mano en los últimos veinte metros. Hay muy buen ambiente.

La climatología ha estado ideal, tiempo fresco y húmedo. Ha sido poco más de hora y media, ¡¡pero ha cundido como mucho más…!!

Estoy contento, ha sido una gran experiencia para repetir, lo tengo claro y eso que acabo de terminar.

1 hora 40 minutos 50 segundos

4min 48 segundos el kilómetro

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