LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

viernes, 31 de diciembre de 2010

Tres Concejos

Domingo 26 Diciembre 2010
Tres Concejos 2014 m desde Pendilla 1320 m

Juan y Juaco Piñera
Rosa Fernández
Pablo Luque
Salva, Patricia, Nico y Luz

Recojo a los hermanos después de rascar el parabrisas del coche, que marcaba 2.5º delante de casa, y tiramos dirección Campomanes, donde habíamos quedado con el resto. Una vez allí, nos reagrupamos para dejar algún coche y salimos dirección Pajares con tráfico de gente que sube a la estación. El termómetro sigue bajando, y aunque no se ve demasiada carga de nieve, lo cierto es que desde el desvío de la general hacia Tonín y Pendilla vamos sobre blanco todo el rato. La cosa se va poniendo seria: -10, -12-, -14, esto empieza a asustar. Con atención al volante llegamos al pueblo, donde apenas queda sitio para aparcar con la nieve acumulada por la pala: mi coche ha llegado a -17, el de Luque a -15, dejémoslo en eso, unos meros -15 en Cordillera ya es frío, además son más de las nueve de la mañana...

Preparativos en Pendilla a -15ºC
Poner las pieles, calzar las botas, rematar las mochilas, todo se hace entre soplidos a las manos para que no se enfríen del todo, la piel se tensa y hay que prestar atención a los objetos metálicos y afilados, es muy fácil cortarse. Por fin arrancamos foqueando por en medio de las casas, esquivando a las yeguas que imagino han bajado buscando abrigo, algo que comer y la sal de la máquina, sobre todo esto último.


La pista hacia la collada Propinde se hace llevadera y vamos charlando y esperándonos unos a otros. Hay nieve pero bastante justa, se ve asomar mucha cotolla, con lo peligroso que eso es cuando estás bajando. Tenemos por delante huella de dos esquiadores, a los que cogemos en las zetas de la collada. Se me salen de la fijación las dos botas de forma muy extraña, es como si patinaran en la puntera: limpiando una pequeña placa de hielo consigo que no se repita. Seguro que se formaron después de cruzar el riachuelo de más atrás...
Rosa y su permanente sonrisa

La vista hacia el Robequeras o pico del Cuadro no recomiendan tirar a encadenar más cumbres, sus palas están  menos cargadas que esta por la que subimos, no merece la pena hoy.


Ultimas zetas antes de la cumbre
Por fin, en medio de un frío intenso y algo de viento, hacemos cumbre: a pesar del cielo azul está bastante desagradable, así que sin demora quitamos pieles, ajustamos botas y vamos saliendo a disfrutar los giros hasta el collado: primero Luque y Rosa, estilo y técnica, luego Juaco y Salva igual, detrás Juanín, como siempre, como el monitor que es, se preocupa de los menos duchos como Patricia, o los directamente torpes como yo, y nos marca los giros amplios por los que bajar tranquilos.



Llegando al falso collado vemos venir a Luz y Nico, que habían salido algo rezagados, decidimos subir de nuevo con ellos: es temprano y la cumbre no está lejos, así disfrutamos un poco más de descenso, y de paso foqueamos otro rato. Luque y los Piñera se tiran por un pequeño tubo que baja hacia el valle. Nos veremos luego.
El descenso, ganado a pulso

Volvemos a poner pieles, aflojar botas, y a enfilar huella hacia arriba. Al  cabo de un rato vuelvo a tocar la cruz, y repetimos operación: fuera pieles, apretar botas e iniciar el descenso: esta vez, es un espectáculo ver a Nico surfeando con la tabla, velocidad y control.


Nos reencontramos todos en el collado después de esperar unos minutos por los otros tres que subían mientras nosotros girábamos bajando. La media ladera y la pista se hacen más aburridas, pero la conversación es animada y el paisaje muy guapo. Al llegar de vuelta al pueblo compruebo la temperatura del coche, -2.5, no ha subido de 0 y eso que serán sobre las dos de la tarde.... Los coches están marcados de extrañas huellas en ventanas y aletas: las yeguas nos los han relamido de arriba abajo aprovechando la sal pegada.
Parada en casa Maragato para tripear un poco del chorizo, queso, jamón y vino típicos, todo con el glamour del local y sus empleados, tan amables como siempre. Conversaciones en torno a Perú, Chile y otros países visitados por mis amigos: aprendiendo nombres, usos y costumbres, nunca sabes cuándo te van a ser útiles.
A las cinco y media en casa.
Primera esquiada de la temporada, que no por ser una cumbre repetida otras temporadas ha sido menos disfrutada.
Una buena ficha técnica en el blog de Brojos, junto a otras cuantas muy interesantes.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Detrás de casa

Domingo 19 Diciembre 2010

Los alrededores de Gijón son propicios para la bicicleta de montaña, justo detrás de mi casa empieza el parque fluvial, una alargada mancha verde con caminos de tierra pisada que llegan hasta La Camocha, y también la ruta del Peñafrancia, hacia Deva. La mañana del domingo aproveché para uno de mis recorridos favoritos: la subida al Fario. Dentro de las muchas opciones posibles, escojo la más rápida, ya que tengo poco más de dos horas disponibles: iré por Caldones y por el Bosque de Pinos, son casi setecientos metros de desnivel pasando por paisajes variados, con menos de un 10% de asfalto. No sé los kilómetros, nunca lo he medido y tampoco me preocupa.
Salgo de casa a las 10:40, con muy poca gente aún por el parque pedaleo abrigado siguiendo el curso del río hasta el cruce con la carretera de la Pola, aquí abandono el camino del parque para coger un carreteruca estrecha a la izquierda, que pronto se convierte en caleya, y que sube serpenteando hacia La Bombilla, Caldones, con algún tramo de plato pequeño sobre graba suelta. Las primeras rampas me hacen sufrir, pero poco a poco voy calentando y el chubasquero con el que salí de casa ya me sobra: aprovecho para quitarlo al parar a coger agua en el lavaderu habitual. Los meses sin coger la bici parece que se notan menos que con el correr o el escalar, aguanto mejor la forma: esto lo compruebo con las clásicas “cuestas test” en las que tengo controlados los desarrollos con los que me mido desde hace años y veo que, aunque sufra, consigo superarlas.

Voy dejando atrás las últimas caserías, donde los perros me ladran sin piedad,  llegando a los ocalitales del Monte Deva, en los que apenas entro para abandonarlos con dirección al Bosque de Pinos: Este es un cordal muy guapo que culmina en la cumbre del Fario y continúa en forma de herradura por Cuatro Jueces, rodeando el valle de Rioseco y separando a éste del vecino valle de Peón.

Para llegar a la cumbre aún hay que superar unos cuantos repechos fuertes, que tapizados de agujas, olor a resina y con la luz invernal, ofrecen un escenario muy guapo en el que sufrir apretando los pedales. Es importante mantener la concentración si se quieren “encadenar” estos tramos, a veces es igual de importante que tener la fuerza o la resistencia, el hecho de escoger bien el trazado entre los baches o las piedras, y ajustar la postura del cuerpo para que la rueda delantera no se levante y mantener el peso en la trasera asegurando tracción. Todo esto te mantiene entretenido para no escuchar los latidos del corazón saliendo por la boca, o el ardor de las piernas protestando.
Llego a la cima y miro la hora, son las 12:15: me ha llevado algo más de hora y media, está bien. Como siempre, me subo al vértice geodésico y tiro alguna foto.



Me abrigo de nuevo y arranco hacia abajo. Enlazo con dos chavales que empiezan a bajar ahora también: en toda la subida sólo encontré algún solitario caminando, pero ahora sí nos cruzamos con bastante gente subiendo en bicicleta (o empujándola en algunos casos). Saludos cordiales de ánimo. Me quedo solo de nuevo, estos tíos bajan demasiado fuerte para mí… A la 1:10, después de unos 45 minutos de bajada, estoy en el portal de casa, a tiempo para los siguientes compromisos, cansado pero contento.

sábado, 11 de diciembre de 2010

El Friero en el día

2 Marzo 2009
Bene Santos
Torre del Friero 2445 m, Canal Norte, 1100 m aprox. D Sup (según condiciones)

Las cosas cambian. Y rápido.
Cuando yo empecé a ir a Picos el plan era diferente. Normalmente nos planteábamos las visitas para varios días; uno para aproximar, otro para la actividad y bajar, o incluso otro más para la bajada. En aquella época teníamos más tiempo y además creíamos que necesitábamos más días para hacer las cosas. Porteábamos el material de vivac, comida y ropa para varios días, dormíamos en el monte… Aquello tenía mucho encanto y lo echo de menos.
Restos de una enorme avalancha que bajó del lado de Jermoso,
la Sur de Peña Santa de fondo
La vida va apretando las clavijas y cada vez tengo menos oportunidades y tiempo para ir al monte (seguro que parte de esto es culpa mía). "El hambre agudiza los sentidos”, se impuso un cambio de estrategia: en lugar de subir para varios días, porteando peso extra y estar “cerca” de la actividad, ahora aligeramos al máximo, madrugamos más y vamos en el día. Recuerdo muchos días de invierno, en la cueva de la Fragua en el Cornión, que nos daban las ocho y pico desayunando: ahora nos levantamos en casa, conducimos el trayecto, subimos desde PandeCarmen y todavía pasamos por la Fragua antes de esa hora. Por supuesto, hemos perdido el encanto del camping gas, de la conversación animada con los amigos, del trago de whisky o de orujo en el saco… A cambio, puedo seguir haciendo cosas en Picos, y en cierto modo, en mejor estilo.

Los primeros metros de la canal, muy rápidos





Así en los últimos años, con distintos compañeros he podido ir haciendo en verano Franceses a Peña Vieja, la Sur clásica a Peña Santa, alguna Este o Norte al Picu, o ya en invierno la Estrecha a Peña Santa, el Torco, el Marqués, o el mismo Picu, en todos los casos en el mismo día desde casa. Por supuesto que todas estas son actividades de dificultad baja, y que para cosas serias o en sitios más remotos (pocos), hace falta más tiempo, y por tanto obliga a dormir en el monte.
En este plan fue como, en el último fin de semana de Enero de 2009, Bene y yo decidimos intentar el Friero en el día desde casa, en Gijón.
Por supuesto hay que madrugar un poco, salimos de casa a eso de las seis y media. Las dos horas y cuarto de coche son difíciles de recortar, aparcamos en Cordiñanes y entre que nos pusimos las botas eran cerca de las nueve cuando arrancamos. Las mochilas van todo lo ligeras que podemos: llevamos sólo una cuerda de ocho y medio, tres tornillos, cinco o seis friends, un juego pequeño de fisureros  y un par de clavos de roca. A eso le sumamos unas expres y estamos listos. Asotín es dura la hagas como la hagas, así que no queda más que agachar la cabeza y pensar en otra cosa.
La primera nieve que pisamos saliendo del bosque está bien helada, buena señal. En el valle alcanzamos a una pareja que durmió por la zona y que están de paseo, sin material, nos acompañan hasta la entrada de la canal. Seguimos subiendo a ritmo y para las once estamos en la entrada:  la nieve sigue muy buena, así que nos ponemos el arnés y el casco, sacamos los piolets y seguimos para arriba sin demora. El primer resalte no existe, está cubierto. La canal tumba en la zona intermedia y avanzamos bien. Después del ensanche llegamos a un segundo resalte pequeño, lo hacemos desencordados.





Otro tramo hasta un nuevo paso donde sí sacamos la cuerda y los trastos, que para algo los porteamos... No tiene complicación, el hielo está muy bueno.
Segundo resalte, sacamos la cuerda



Llegamos a la zona del bloque empotrado, tiro delante y pasamos por un túnel muy estético con hielo bueno en el que coloco algún tornillo. Nada que ver con la vez que lo hice con Estivi y Juaco, allá por el 95, cuando para pasar tuve que hacer hasta estribos y echar algún cagamento....


Súper estético túnel en el bloque empotrado
Ahora tira Bene delante, estamos acercándonos al final del corredor, un par de largos más muy guapos y llegamos al escape: recogemos el material y salimos hacia la cumbre.























Ambiente de Goulotte


Disfrutando los últimos metros de escalada












































La nieve continúa en condiciones. En la arista vemos a otros dos tíos que están llegando a la cima.


La cumbre al alcance de la mano

Después de sufrir un poco con estos metros finales que parecen no terminar nunca, por fin llegamos a cumbre. Hemos tardado un poco más de dos horas desde la entrada a la canal: estoy muy contento con el horario.

Últimos metros
Los dos tipos son de León, puretillas, y han subido todo desencordados; cómo anda la gente! pero ellos también se sorprenden cuando les decimos que venimos de desayunar en casa: ellos durmieron en Cordiñanes.
El Friero mide 2445 metros, y el pueblo está a 860 metros, hemos hecho un desnivel de casi mil seiscientos metros y estamos algo cascaos. El día está espectacular y disfrutamos del ambiente y de la cumbre: comemos, bebemos, tiramos alguna foto y arrancamos para abajo, que aún hay que explorar la bajada hacia Asotín, que no conocemos.


Clásica foto de cumbre
El descenso sigue siendo muy guapo, bajamos aún de crampones por enormes campas heladas hacia el embudo de la canal: Aquí la intuición y la suerte nos hicieron acertar bien con la instalación de rápel que hay para librar el único cortado de unos quince metros que nos posa en terreno conocido. De aquí abajo es correr, alcanzamos el bosque y descendemos la aérea canal ascendida esta mañana. Llegamos al coche con muy buen horario, contentos de la actividad y machacados, como debe ser. Por supuesto, cogimos la canal en condiciones fáciles y bien helada.

Resumen del día:

Salida Gijón 6:30 h
Cordiñanes 8:45 h
Inicio caminata 9:00 h
Boca Canal 11:00 h
Inicio Canal 11:15 h
Cumbre 14:30 h
Inicio descenso 15:00 h
Cordiñanes 17:15 h
Gijón 20:30 h

A los pocos días de esto, el amigo Javi, después de que le comentara yo el buen estado de la canal, se hizo la siguiente salvajada en solitario: le dejan a las once de la noche Pozo del Alemán, subió a la Torre de Santa María abriendo una variante a la izquierda de Pili-Cristina, bajó al Jou Santu, subió a Peña Santa de Castilla por el Ojal, bajó por la Estrecha de nuevo al Jou Santu, bajada de canal hasta el Cares, Cordiñanes, subida de canal de Asotín, Canal Norte y cumbre del Friero, y todavía continuaba con intención de hacer Peña Vieja (sí Peña Vieja!) cuando paró por molestias en una rodilla (yo hubiera necesitado dos prótesis). Todo esto en el día y en solitario. Por cierto, que el tío me lo contó de refilón en medio de una conversación meses más tarde. Está bien tener referencias de los gallos, para que no se le suban a uno los humos.

...Tengo que afilar los pinchos, llega otra temporada.


miércoles, 1 de diciembre de 2010

XXI Ruta Santa Bárbara 2010

Domingo 28 Noviembre 2010
Chus Rivas, Dani Martínez, Tito Rodríguez

Este año tocaba de Sama a Mieres, son unos 14 kilómetros, y yo nunca la había corrido pero me apetecía. Acabó siendo una experiencia de las que dejan ganas de repetir.

Salgo de casa hacia las nueve y cuarto, ¡nieva! ¡en Gijón!... la cosa pinta interesante. El coche marca 1,5º y tarda en desempañar lo suyo. Por la Minera la termómetro sigue bajando hasta 0º a la altura de Noreña. Habíamos quedado en Sama para recoger los dorsales; al llegar ya se ve gente por la zona en ropa de deporte, aún abrigados: en el suelo hay una capa fina de nieve aguada, a ratos llueve a ratos nieva, pero los ánimos están altos. Tiramos con los dos coches hacia Mieres para dejar uno allí y recoger a Tito: lleva corriendo las 20 ediciones anteriores y esta tampoco se la quiere perder.
Hacemos el trayecto por la carretera de San Emiliano: está nevada y hay que prestar atención. La temperatura sigue muy baja y trapea con intensidad. En Mieres la cosa pinta igual, después de pensar la logística de mochilas, ropa y demás, nos juntamos en mi coche para volver a Sama, algo apurados ya de tiempo. Charlando animados llegamos y aparcamos; dentro del coche nos colocamos los dorsales, fuera hace 1º y nieva. Una vez listos tiramos hacia el punto de salida, pero a medio camino cruzamos a un voluntario de Protección Civil que nos informa, cinco minutos antes de la hora de salida, de que han cancelado la carrera: ¡vaya chasco!
Rodeados de gente con cara desconcertada (algunos en camiseta de tirantes, estos igual estaban hipotérmicos además de desconcertados) llegamos a la zona de la salida oficial; me encuentro con Arturo que no lo ve claro, el caso es que ahora en el cielo se empieza a dejar ver el azul... Yo quiero correr; después de madrugar, el rollo de los coches y demás, hay que correr aunque sea de forma extraoficial. Como mis amigos piensan igual y también hay más gente que piensa lo mismo, al cabo de unos pocos minutos nos damos la salida a nosotros mismos y arrancamos trotando tranquilamente por el paseo del margen del río. Delante vemos otros grupos que ya han salido antes.
La carretera está muy guapa, con los prados y los árboles de alrededor nevados, es un paisaje invernal agradable para correr: todo será que se tuerza de nuevo el tiempo... Pero no, sigue aguantando mientras nos vamos elevando por las curvas de Cuestanaval y El Carmen: aquí llaneamos hasta San Tirso y a partir de aquí, en el kilómetro nueve y medio de los catorce totales, empezamos el descenso hacia Mieres. Vamos tranquilos hablando cuando nos cruzamos con gente que ha bajado corriendo hasta Mieres y vuelve de nuevo  hacia Sama, estos sí que son atletas.
Alcanzamos finalmente a la zona urbana y después de un breve callejeo llegamos al parque donde estaba prevista la meta: allí unos pocos nos reciben con aplausos, entre ellos la mujer de Tito y la de Dani con los niños.
Ha estado muy bien, sin ser carrera oficial el ambiente ha sido relajado (aunque tampoco hubiera sido tenso siendo oficial) y la nieve ha dado un toque al paisaje. Por supuesto, la compañía cuenta. Lo he disfrutado y espero repetir el próximo año: a ver qué depara la meteo.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Sábado de roca en el Cueto Agero

13 Noviembre 2010
Pablo Luque

Madrugar siempre da más margen de maniobra. Yo, que no salgo todos los fines de semana, cuando puedo ir de monte me apetece aprovechar bien el día. Quedamos como otras veces en la gasolinera de la Villa, a las siete y media. El trayecto hasta Allende se me pasó muy ameno hablando de apicultura: Luque me había traído un tarro de miel de su cosecha particular, y a partir de este punto estuvimos hablando de colmenas, enjambres, opérculos, cera, centrifugadoras, propoleo, abejas reinas, abejas obreras, abejas solado, zánganos (siempre hay algún zángano en todas partes)… Básicamente yo preguntaba y Luque me explicaba desde su experiencia de varios años produciendo miel en su casa. Una actividad muy interesante.

Panorámica del Agero de dcha a izda: el Pilar de Erika, pared del Circo, el Cueto Agero, Candilejas y Pardecillos
Llegamos a Allende sin coches en el parking, pasamos a ver si Javi estaba en el Cubil, pero o estaba muy dormido (raro) o ya se había marchado a Picos o a otro sitio. La subida por la pista me trae recuerdos de los muchos fines de semana pasados aquí: el Agero es un sitio mágico para mí. Yo pude vivir en directo su época dorada, cuando en las cabañas nos podíamos juntar una buena comuna escaladora, compartiendo las comidas, los cafés de cafetera, las hogueras, los porros (no yo), los pasos de boulder en los numerosos bloques, el olor de las encinas… y sobre todo sus muchas y excelentes vías de escalada. Creo que aquí aprendí mucho de lo que hoy sé de escalada. Aquello era un Campo 4 en pequeño.

La cabaña principal, muy arreglada y acogedora, rodeada de encinas
Al llegar a las cabañas tiramos hacia el Resquilón, se empezaba a sentir bastante viento, así que de momento nos propusimos hacer algo en la parte baja y olvidar las vías que suben al Cueto Agero propiamente. Hicimos la “Queroseno” en cuatro largos en los que domina la placa y las chapas separadas, pero que también tienen pequeños desplomes, fisuras a proteger y muy buena roca. La graduación en el Agero siempre es complicada, IV, V+/6a, V+, V+/6a. Después de rapelar cambiamos de sector hacia Pardecillos. Por encima, una cordada subía por el “Espolón Clásico” y otra por la “Mar de Sueños”, nadie más a pesar del excelente día azul con buena temperatura (aunque azotaba un viento tremendo a ratos).

Luque en el primer largo de Queroseno, el más fácil del día
Pardecillos es un sector con un buen número de vías de hasta cuatro largos, donde abundan las fisuras y los diedros bastante verticales, y por en medio hay placas donde domina la escalada de adherencia. Empezamos por la clásica “Osiris”, tres largos buenísimos y muy estéticos (lástima la batería de la cámara) en los que destaca la autoprotección en diedros; 6a+, V+/6a, 6a+. Los rápeles “entretenidos” por el viento y ya en el suelo tiramos para la vecina “Tánatos”; de estilo similar hicimos tres de sus cuatro largos, V+/6a, 6a, 6a+/6b, el primero y segundo de autoprotección, el tercero de adherencias sobre lomillos con algunas chapas. Los pasos de equilibrio de este último me los tenía que pensar, para aprovechar las breves ventanas entre las ráfagas bruscas e intensas: la magnesera se me daba la vuelta y veía las bolitas blancas salir volando en horizontal o incluso hacia arriba... 
El viento era muy molesto para seguir, decidimos rapelar y una vez en el suelo recogimos los trastos satisfechos. No llevamos croquis y los grados son nuestras sensaciones, alguno quizá equivocado. Yo ya había hecho las tres vías antes, alguna varias veces, pero después de tanto tiempo las disfruté como la primera vez.
A las cinco en el coche, a las siete en casa. Parece mentira lo fácil que es pasar un buen día escalando vías clásicas buenísimas en un sitio precioso. Repetiremos, eso seguro.

Gijón 7:15 h
Villaviciosa 7:30 h
Allende 9:15 h
Inicio escalada “Queroseno” 10:30 h
Base 12:00 h
Base Pardecillos 12:20 h
“Osiris” y rápeles 15:00 h
“Tánatos” y rápeles 16:15 h
Coche 17:00 h
Gijón 19:00 h

viernes, 12 de noviembre de 2010

Integral Ubiña - Julio 2008

Bene Santos
12 Julio 2008

Madrugamos. El día está soleado y la previsión es buena. Por la autopista del Huerna se llega a la San Emiliano en poco más de una hora desde casa, hay que pagar el peaje, pero el ahorro de tiempo y kilómetros compensa. Aparcamos en Torrebarrio, no sin antes haber dado unas vueltas como siempre, confundiendo el barrio, o la calle, mientras intentamos acercarnos a la iglesia. Es pronto y no hay nadie por el pueblo, sólo algunos perros nos increpan ladrando a media distancia, con esa mezcla de agresividad y miedo de los que ya han llevado algún palo que otro… Las mochilas están casi listas, vamos muy ligeros con 1 cuerda de 9 mm, cuatro cintas express, un juego de fisureros y arnés y casco. Ya no vemos de dónde recortar más…
Aunque es verano, es temprano y el ambiente aún es fresco, los primeros pasos por la pista que sube hacia la majada de Yandanay son cómodos: vamos cogiendo ritmo y pronto estamos en la curva en la que nos separamos de la pista principal, para girar hacia la derecha (sur). Vamos ganando altura en la ladera, mirando por dónde entrar entre los espolones de roca: hay un canal que parece bueno, luego sabremos que es el llamado “corredor del Pilar”, que se hace en invierno.
Nos metemos por canal y vamos trepando los pequeños resaltes de bloques y remontando caminando el resto.
En poco tiempo alcanzamos un hombro que nos coloca sobre el propio espolón oeste de Ubiña. Aquí, aunque habría otras opciones, por escalar el espolón propiamente dicho sacamos la cuerda para unos 15 metros algo más compactos. Tiro delante sobre esta roca norte, donde el tacto de las gastadas botas de trekking da una sensación de seguridad relativa. De nuevo en un tramo fácil de arista recogemos las cosas y salimos rápidamente hacia la cumbre, aún lejos.

Banderas tibetanas en la cumbre de Ubiña, la nube colándose por Ventana

Las banderas tibetanas lucen extrañas en esta cumbre nuestra. A mí no me gusta encontrarme postizos en las cumbres (ni en el monte en general): ni cruces, ni buzones, ni placas, ni tampoco banderas tibetanas. En mi opinión, al final todo esto es basura en el monte, nada de eso hace falta allí arriba. Ubiña (2417 m) es una cumbre codiciada, y por ello parece que a la gente le gusta dejar su impronta, aunque sea en forma de basura o chatarra…
Seguimos rápido hacia la vertiente norte. Destrepamos sin problemas entre las llambrias por donde se apoyan los neveros de la clásica de invierno de la vertiente asturiana.
El Puerta de Arco nos recibe con una arista mucho más aérea de lo que recordaba, incluso hay un tramo de cuerda fija entre dos pitones en la parte alta, “más basura” pienso.
No paramos, seguimos cabalgando la arista en dirección a los Castillines, más caminando que otra cosa. Hacemos el Primero, hacemos el Segundo dudando un poco entre las canales o resaltes a escoger. En el collado con el Tercero volvemos a sacar la cuerda, montamos una pequeña reunión y tiro hacia el pequeño resalte, que resuelvo rápido acerando en los clavos y pisando alguna cinta a modo de estribo. En esta cumbre (2308 m) me vienen a la memoria viejos tiempos, cuando subí aquí por primera vez con Ramón Juidía y Rubenín, por la vía  “San Claudio”, en la que sería mi primera escalada de montaña, allá por el año 1991 o 92…
Buscamos la reunión para bajar: la chimenea en la vertiente leonesa no invita, aunque sé que Miguel va por ahí a veces (…pero Miguel juega en otra liga). En el colladito hay una instalación de rápel, y en treinta metros llegamos a otra reunión de la vía de los “Mierenses”. Nuevamente me asaltan recuerdos de muchos años atrás, cuando escalamos esta vía haciendo esta misma integral, pero en sentido contrario y en invierno, Elías,    Miguelón y yo, allá por 1993: ¡qué bravos! trepar con el mochilón con saco y esterilla, botas y crampones… (Bravos y algo inconscientes). Otro rápel, este más corto, y alcanzamos el collado con el Siete. Recogemos el material y salimos hacia arriba.
                          Subiendo hacia el Siete con el Tercer Castillín a la espalda

Cumbre del Siete (2356 m) y seguimos hacia el Crestón del Pasu Malu, que hace honor a su nombre con pasos delicados en la vertiente leonesa, vamos sin cuerda porque aquí tampoco iba a ayudar gran cosa, una zona sin seguros, con roca desmontable y encima en travesía horizontal… Poco margen para tonterías.
Bene y yo nos movemos más o menos igual en estos terrenos, y eso es bueno en estas actividades, para no ir uno esperando por el otro.
Seguimos ya en zona más fácil hacia los Fontanes, hacemos sus dos cumbres y paramos a comer algo. Hemos llegado rápido, la integral ha ido muy bien y el ambiente de montaña, con nubes entrando y saliendo,  es estupendo.
Cumbre Fontán Norte, en mitad de la niebla

Rápidamente salimos hacia la vertiente leonesa, los pedreros nos dejan ganar tiempo con poco esfuerzo, ya en los llanos de abajo atravesamos trotando y observando las paredes rocosas por donde suben escaladas tanto de roca como invernales.
Finalmente, llegamos al pueblo sudorosos, alcanzamos el coche y miramos el reloj:
Han pasado 5 horas y media desde que salimos: hemos sido rápidos, bastante más rápidos de lo que esperaba para hacer esta actividad.
Pienso que trepando aún podríamos ahorrar algo en la parte inicial, cuando dudamos un poco con el camino a tomar en Ubiña… En el resto de arista no hay mucho margen de ahorro. Por lo demás apenas hemos corrido, excepto algo en la bajada final por la pista, por tanto ahí quizá podríamos mejorar el horario un poco más. Pensándolo bien, para futuras repeticiones, casi me contentaría con no echar más tiempo que hoy…

Resumen:
Torrebarrio (1250 m)
Ubiña (2417 m) por Espolón Oeste Ubiña, 1 largo encordados, el resto sueltos
Destrepe hacia Puerta de Arco caminando
Puerta de Arco (2217 m) trepada aérea, sueltos
Castillines 1º y 2º caminando, 3º (2304 m) en 1 largo de escalada y rápel 30 m hacia Asturias, otro rápel más corto hasta collado con el Siete
Siete (2356 m) caminando,
Crestón Pasu Malu (2377 m) trepada aérea, sueltos,
Fontanes (2408 y 2417 m), caminando
Bajada medio corriendo
Torrebarrio (1250 m)

5 horas y media Torrebarrio-Torrebarrio

Las fotos, excelentes, son todas de Bene, fotógrafo profesional, y eso se nota

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Rioseco: Sesión deportiva express

30 Octubre 2010
Chus y Arturo
Tarde de sábado aprovechada: Escalada deportiva rápida (salgo de casa a las tres y antes de las siete ya estoy de vuelta) y ligera (no llevé ni cuerda…).
Un rato apacible de escalada deportiva en Rioseco en una compañía inmejorable, Chusón y Arturo, dos caracteres tranquilos que aprietan a tope. La mala previsión meteorológica unida a la compe de bloque de Caravia dejó el valle vacío para nuestro disfrute. El caso es que el cielo estaba azul y la temperatura perfecta.
Lo escalado por mí fue poco pero muy satisfactorio, al llegar me aseguraron para “calentar” en la vía que ellos estaban probando; “Entrevías”, un 7c muy guapo. Con las cuatro primeras chapas ya tuve bastante.
Después de asegurar por turnos al que le tocaba en el 7c, me bajé a la primera vía del sector por abajo (creo que es la primera); un 7a con muy buena pinta que me recomendó Arturo como buena. Luchando fuerte conseguí salir a vista; llevaba años sin hacer ese grado a vista, porque tampoco estoy saliendo apenas a trepar deportiva. El caso es que fue una grata sorpresa. La vía muy guapa.
La vecina a la derecha también es 7a pero preferí reservarla para probar también a vista otro día.
En el siguiente pegue Chus encadena el 7c de la “Entrevías” de forma impecable. Arturo se queda a las puertas, pero está claro que ya la tiene a punto. Yo le doy otra vez por reconocer los pasos, porque los brazos ya van totalmente hinchados: prueba clara de la falta de forma. De la que bajo, coloco cintas a mis amigos en la vecina “Capitán Alatriste”, también 7c. Con la misma recojo, me despido y me voy.
Espero repetir pronto: la deportiva tiene mucho encanto, ya casi no me acordaba.

viernes, 29 de octubre de 2010

Goulotte Modica-Noury al Tacul – Historia de una peregrinación

Octubre 2007
Javi Sáenz
Ya han pasado tres años, pero lo recuerdo muy bien.
En el curro, me sudan las manos mirando por enésima vez en las últimas semanas la meteo de Grindelwald y la webcam del Eiger. Nos vamos este fin de semana a los Alpes y la previsión a diez días vista es muy buena. Peor aún.
Tengo una sensación muy desagradable en el estómago desde hace días.
Este año, entre una cosa y otra el viaje se ha ido retrasado. Ya estamos en otoño y los días han menguado mucho, de hecho, a nivel de horas de luz es como si estuviésemos en marzo, y la temperatura, aunque no tanto, sí que se va acercando más al invierno, dejando ya atrás el verano.
La parada en Chamonix nos deja una visita a la Casa de la Montaña en la que vemos que no se están haciendo muchas cosas últimamente, las condiciones son regulares, pero la meteo es buena para la semana. Mientras nos preparamos para vivaquear en el túnel junto a Ortház, aparece Eduardo, un viejo conocido de Gijón, que ha venido solo para encontrarse con amigos más tarde. Más tarde sabremos que hizo el pilar Nosotros hemos decidido ir hasta Grindelwald, para ver de cerca la pared norte más famosa de Europa, el Eiger, y quizá intentarla. Cuando al día siguiente llegamos al mediodía al idílico pueblo suizo, el sol con su reflejo nos oculta totalmente la vista del monte. Se intuye una silueta, enorme, pero nada más.
En el parking preparamos las mochilas, apilando en un montón lo que creemos que es recomendable llevar, luego quitando cosas y dejando lo que creemos que es necesario, y por último quitando más cosas aún y dejando únicamente lo que es imprescindible. Aún así, abulta y pesa bastante en la mochila.
Nos dirigimos a la estación del tren que nos subirá a Kleine Schddeigg.
La sensación del estómago se hace insoportable, un comezón permanente que se agudiza por momentos.
Todavía seguimos sin ver apenas la pared, el sol no nos lo permite. El tren va trepando por la cremallera y de repente, después de un pequeño túnel, hemos librado el ángulo ciego y por fin vemos la Norte. Es impresionante. Nada más verla me doy cuenta de que no voy a ir ahí; esto me queda grande para esta ocasión. No hay duda.
El enorme paredón con grandes parches de nieve y roca chorreada tiene un aspecto intimidante, a esto se suma toda su leyenda.
Delante de la Norte más famosa de los Alpes: de retirada antes de empezar
Nos bajamos del tren, nos sacamos fotos, miramos por el famoso catalejo del hotel, Javi me pregunta si estoy seguro, pero no lo tengo ni que pensar. La cosa está clara.
Por fin, después de varios días, la sensación del estómago desaparece, el nudo se desata, ya no hay tensión. Ya está claro lo que era: ¡un miedo tremendo!
Esto mismo ya me ha pasado anteriormente con otras tapias o montañas, es como si necesitase verlas varias veces para hacerme idea de la dimensión antes de intentarlas. No es nada malo, de hecho creo que es incluso bueno.
Tren de vuelta para abajo, coche de vuelta para Chamonix: llegamos por la tarde.
Al día siguiente por la mañana subimos a Argentiere.
El ritual de las mochilas, cada vez distintas según el objetivo
Desde la estación intermedia del teleférico tenemos un buen pateo de tres horas hasta el refugio, que parece no llegar. No estamos solos, nos acompañan dos ingleses que esta noche se van a Les Droites; esta pared de mil metros también me intimida mucho, tiene una estampa de la leche. Javi quería haber subido material pensando en ella, pero mi posición fue firme, yo necesito algo más suave, que en hielo no tengo la confianza necesaria para esa tapia. Con mi postura y los pocos tornillos que hemos subido no hay opción al enorme espejo de la Ginat. Mi propuesta es otra norte clásica, los Suizos a Les Courtes, también de unos mil metros, pero más fácil.
Les Droites: una Norte impresionante
Les Courtes y más al fondo el Triolet, grandes clásicas
Cena temprana y a la cama; poco después de las ocho estamos bajo las mantas. Los comienzos alpinos te hacen levantarte a horas tan extrañas como la una y media de la mañana. Desayunar no apetece demasiado, pero hay que meter algo en el cuerpo para resistir lo que viene. El cielo está raso y destrepamos la morrena sin demasiados problemas. Los ingleses ya son dos puntos de luz entrando en el escudo central de Les Droites, han madrugado mucho y se mueven rápido, falta les hace. Dos horas de aproximación nos plantan en la rimaya de Les Courtes, a priori muy abierta. Después de media hora explorando nos damos cuenta de que no podemos entrar, hay un vacío de unos seis metros que sólo se corta a la derecha en un espolón de roca muy tieso y pulido… ¡Qué mal, tampoco vamos a poder intentar hacer esta clásica! Retirarte a las tres de la mañana fastidia bastante, pero no hay opción.
Retirada de madrugada en la rimaya de Les Courtes
Camino al valle, cabizbajos, miramos cada poco a los ingleses que progresan bien y ya están saliendo del escudo central de la pared cuando los perdemos de vista.
En la Casa de la Montaña nos interesamos por otras zonas, las goulottes del Tacul surgen como opción en otra zona diferente del macizo. Parece que algo se puede hacer, aunque están bastante secas, como corresponde a esta época del año. Sin perder tiempo subimos a Midi, y de allí bajamos al Valle Blanco hacia el refugio viejo de Cosmicos. Esa tarde tirados al sol en la terraza del refugio, mientras nos hidratamos sistemáticamente, con las impresionantes vistas que nos rodean, se convierte en un gran placer. Compartimos espacio con unos españoles, andaluces concretamente, entre los que uno de ellos destaca por sus comentarios torpes, en altas voces, fuera de lugar: un payaso. Afortunadamente también están un par de discretos chavaletes franceses que ayer hicieron la Modica y que nos la recomiendan: la Modica-Noury es una escalada de nieve y hielo de unos quinientos metros, graduada de III, 5+, ya tenemos nuevo objetivo. Hacemos la cena y nos acostamos pronto.
La primera luz del día nos encuentra cruzando la rimaya de la goulotte después de casi dos horas de pateo. Por el mismo corredor entran la Modica y la Gabarrou-Albinoni, pero esta última está demasiado seca.
Estamos encerrados entre pilares enormes de granito rojo a la luz del amanecer, el Gervassutti, el Boccalatte, y otros secundarios. La orientación es Este-Noreste. Arrancamos en ensamble con una cuerda, cuando la cosa se complique ya montaremos reuniones y sacaremos la otra. El caso es que Javi empieza a trepar y lo pierdo de vista rápidamente. La cuerda corre rápida por la placa, pronto se acaba y empiezo yo. El ritmo es continuo y nos elevamos por el corredor siempre separados por los sesenta metros de la cuerda de 8.1 mm. Por tanto apenas nos vemos, y por supuesto no hablamos.
Javi estira la fase de ensamble hasta terminar el material
De cuando en cuando recupero un seguro; ya sea un fisurero o un friend en la roca, o un tornillo en algún tramo más de hielo, pero nunca están demasiado cerca uno de otro; se ve que Javi quiere estirar el material para retrasar la parada.
De esta forma remontamos más de cuatrocientos metros de escalada en hielo, tramos de nieve más tumbados, y algunos resaltes mixtos donde aflora la roca.
El día está azul y no tenemos más preocupaciones que escalar.
Javi ha parado debajo de una zona tiesa, montando reunión en un pilar de roca ya bastante aéreo. Cuando llego le paso los trastos mientras cavilamos por qué lado será: a la derecha se ve más hielo, pero de un tono negruzco. Por la izquierda está más fino, pero la roca parece ofrecer más posibilidades de protección. Javi se decide a probar por la derecha, pero después de un rato cambia de idea y regresa a la reunión para subir por la izquierda.
Javi prueba primero por la derecha...
...Escalando muy fino...
...Para terminar saliendo por la izquierda, con poco hielo
El hielo está muy delgado y hay que ser fino tanto con los piolets como con los crampones. Tras unos breves minutos ya ha salido de la zona complicada y se eleva por terreno más sencillo, monta reunión y recupera las cuerdas.
Voy flipando con lo difícil que me parecen estos pasos, por aquí yo no habría pasado de primero ni de coña; abro las piernas para buscar más espesor en el hielo, aprovecho los agujeros de los piolets de Javi para no estallar más la fina capa, me estiro para agarrarme a los seguros mientras pienso lo fácil que Javi lo ha hecho a vista y por supuesto en libre. Son unos doce o quince metros, pero intensos. Desembocan en una lengua de hielo a unos setenta grados, de buen espesor, donde se puede clavar sin miedo.
Así de relajado llegué yo a la reunión
En la reunión felicito a Javi y después de pensármelo un poco decido seguir yo delante por lo que parece el último largo de goulotte, la arista parece cercana. Por terreno fácil estiro las cuerdas a tope y monto reunión, salimos a una zona de seracs que una vez flanqueada nos lleva hacia la cumbre por la normal.
El último largo y el único en que me puse delante
Hemos hecho la vía bastante rápido, algo más de cinco horas, pero es que el ensamble de tres cuartas partes es lo que tiene.
Recogiendo el material debajo de un serac en la arista
Después de un rato en la cima, la gente que había se fue marchando y nos quedamos solos; callados, comiendo algo, bebiendo, sacando fotos, disfrutamos del ambiente y las vistas, acompañados sólo por las chovas. En estos momentos entiendo qué es lo que nos hace subir a las montañas.
La bajada por la normal del Tacul está delicada de seracs y puentes de nieve. Las cordadas que van delante nos frenan. No hay prisa, vamos a quedarnos en Cosmicos.
Chaminix al fondo, en el valle, tres mil metros por debajo
Contentos por la escalada hecha dormimos esta vez casi solos. Por la mañana, una vez hechas las mochilas, nos planteamos el pateo de vuelta a Midi frente a la arista de los Cosmicos. El día está azul y no hace ni viento ni frío, nos vamos a la arista.
Desencordados vamos trepando rápidos por el granito, así se avanza muy rápido. Algún rápel corto y vuelta a trepar por roca o nieve. El ambiente es espectacular.
Un alud inmenso a la izquierda del Triángulo Rocoso del Tacul nos saca de la concentración con el estruendo. Las cordadas de la Chere o la Contamine seguro que lo han sentido cerca.
Llegamos a un resalte donde se concentran los pasos más complicados, sin cuerda y con crampones hay que estar atento. En una terraza plana sacamos por fin la cuerda para el único y último largo, que ahora se desarrolla a la sombra en la vertiente norte.
Felicidad Alpina
Terminar la actividad agarrándose a la barandilla de la terraza de la cafetería de la estación del teleférico, rodeado de gente que te mira, te saca fotos, te anima… es una sensación muy extraña.
Ha sido una bonita forma de terminar la semana, que empezó de forma bastante regular, con chascos en Suiza y en Argentiere. La peregrinación alpina del año.
Volvemos a casa contentos: uno contento al volante, el otro contento roncando. ¡Así es la vida!

Referencias:
Mont Blanc du Tacul, Goulote Modica-Noury:
"Escaladas en el Macizo del Mont Blanc" Tomo 2, Francois Damilano, Nº 222
Aiguille du Midi, Arista de los Cosmicos:
"El Macizo del Mont Blanc, las 100 mejores ascensiones" Gaston Rébuffat, Nº 17